Inclusión en el gaming 

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Desde hace un par de años, el término inclusión ha llegado con fuerza a los titulares y se ha vuelto parte del día a día en todo Internet. Ya sea para bien o para mal, la inclusión es un tema del que se habla, y con justa razón. Por primera vez en toda la historia, estamos volteando a ver al otro y preguntando qué tan empáticos hemos sido realmente con sus situaciones, sus dolencias y su experiencia de vida. Y el gaming no escapa de esto; de hecho, el gaming es uno de los medios en donde la inclusión es más notoria. Y no, no estamos manejando un discurso “progre” ni ningún tipo de agenda. Si crees que el término inclusión es negativo de cualquier modo y te cierras en cuanto escuchas la palabra, por favor, deja de ver este video. Entendamos inclusión por la disposición que existe de reconocer a otros, de hacer el medio más accesible a otros y de crear experiencias que hagan que todos se sientan cómodos y bienvenidos, una forma de aceptar y entender la diversidad, para que otros disfruten del gaming como nosotros lo hemos hecho. ¿Qué pasa con la inclusión en el gaming? ¿Qué se está haciendo y qué falta por hacer? Analicemos un poco esta situación. 

Lo primero que tenemos que entender es que inclusión no sólo se refiere a la representación. Es decir, no se limita únicamente a presentar en los juegos personajes femeninos, personajes con orientaciones y expresiones sexuales distintas, personajes de distintas razas y credos o personajes neurodivergentes. Inclusión también implica volver seguros los espacios dentro del gaming. Por ejemplo, la generación de mecanismos para que las mujeres se sientan seguras jugando, libres de acoso y hostigamiento. Se estima que cerca de 50% de los gamers son mujeres, pero lo cierto es que no nos damos cuenta de esto, porque la mayoría prefiere ocultar su identidad sexual y su expresión de género frente a otros, para no ser atacada. Y no se detiene ahí, sino que también se busca abrir los espacios para que cada vez más mujeres ingresen al mercado laboral del gaming. Hace no muchos años, el gaming era prácticamente un club de Toby, un espacio en el que sólo hombres trabajan diseñando, programando, escribiendo y dirigiendo juegos. Y, aunque la cifra de mujeres en la industria es cada vez mayor, la cantidad de mujeres trabajando en estudios, ya sea grandes o chicos, sigue estando lejos de ser la ideal. 

Claro que aquí es cuando las personas intolerantes y antiderechos saltarán a decir que la verdadera inclusión tiene que ver con braile, lenguaje de señas y hasta con modos accesibles para los daltónicos. ¿Y saben qué? Pese a que el discurso viene de un lugar de odio, no está del todo equivocado. Y el gaming ha tomado atención de este tema. Incluso, hay organismos encargados de medir el nivel de inclusión de un juego y hasta de premiarlo. ¿El más premiado en este tema? The Last of Us parte II. Además de incluir representación, el juego está pensado para facilitar que las personas con capacidades diferentes también puedan disfrutar de él. Opciones para personas con impedimentos auditivos, como subtítulos con CC; lectura en voz alta del menú y descripción de lo que sucede en la escena, para personas con problemas visuales; múltiples opciones de sensibilidad en el control, y hasta modos para personas con daltonismo. Y esto no se detiene ahí, cada vez más estudios y compañías están implementado controles especiales para personas con alguna dificultad motriz, sin algún miembro o con problemas fisiológicos que hacen imposible que sostengan un control como tú o yo lo haríamos. Incluso se han desarrollado controles que funcionan sólo con la cabeza, con la vista y hasta con la mente, con el fin de permitir que personas con problemas neurológicos, motrices y hasta con paraplejia o cuadriplejia puedan jugar. 

Es momento de aceptar una cosa: el gaming es para todos. No es sólo para hombres, no es sólo para adultos, no es sólo para heterosexuales, no es sólo para personas acomodadas, no es sólo para personas que tienen el privilegio de no tener problemas físicos y neuronales. El gaming debe ser un espacio para que todos podamos divertirnos sin miedo a ser agredidos, acosados, sin sentirnos desplazados o como que no pertenecemos porque los juegos no se están haciendo pensando en nosotros. 

La inclusión implica diversidad. Historias más diversas, personajes más complejos, espacios más abiertos, más oportunidades y, sobre todo, más personas jugando. Qué al final es la meta de todo esto, ¿no? Compartir lo que más amamos con el mayor número de personas, y que la pasen tan bien como nosotros a la hora de jugar. 

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