¡Feliz Día de San Valentín! Una historia de amor en los Juegos Olímpicos Melbourne 1956

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En el Día de San Valentín recordamos a través de Olympic Channel, uno de los romances más conocidos en la historia de los Juegos Olímpicos, el cual, incluso, provocó el descontento de una nación.

A los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956, Olga Fikotova, de la República Socialista Checa, llegó como la bicampeona nacional y una de las máximas exponentes en el lanzamiento de disco provenientes de las naciones del bloque soviético. Inclusive, Fikotova entrenó con la campeona olímpica en Helsinki 1952 y poseedora del récord de la justa, Nina Romaschkova de la Unión Soviética, previo a la competencia en tierras australianas.

Ya en el evento en Melbourne, Romaschkova buscó revalidar su medalla de oro y estableció, momentáneamente, una nueva marca olímpica con su lanzamiento: 52.02 metros, pero no fue suficiente para vencer a Fikotova, quien en su último turno proyectó su disco 53.69 metros, con lo que conquistó la presea dorada e impuso un nuevo récord olímpico.

Por su parte, Hal Connelly, de los Estados Unidos, llegó a la justa en tierras australianas como el mejor lanzador de martillo del mundo, tras establecer el récord mundial previo a los Juegos. Sorprendentemente, Connelly superó un problema de nacimiento que le provocó que su brazo izquierdo fuera más pequeño que su brazo derecho. En Melbourne, el estadounidense impuso su condición de favorito y ganó la medalla de oro con una nueva marca olímpica: 63.19 metros.

En medio de todo este éxito olímpico es que el amor entre Fikotova y Connelly nació. Se conocieron durante los Juegos Olímpicos y recorrieron juntos el país océanico después de la competencia. Su amor los llevó a casarse en 1957, pero esta unión no fue aceptada por el país soviético, quienes amenazaron a la campeona olímpica que si lo hacía, no podría representar a su nación de nuevo.

Dichas amenazas no impidieron el amor de la pareja y Fikotova representó a los Estados Unidos en las cuatro ediciones siguientes de los Juegos Olímpicos, donde fue la abanderada de la delegación de las barras y las estrellas en Munich 1972.

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