Todo en todas partes al mismo tiempo: el multiverso sin superhéroes

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Todo en todas partes al mismo tiempo, ganadora del Oscar a mejor película de 2022

Todo en todas partes al mismo tiempo se llevó el premio a Mejor película de 2022 durante la entrega de los Oscar en su edición 95. Esto marca un hito para la industria, debido a sus protagonistas, temas y retrato de vidas profundamente chinos, pero también por el género al que se está premiando.

Usualmente, los Oscar en esta categoría están reservados para grandes dramas, para piezas de época, para cine sobre hacer cine, biografías o filmes bélicos de grandes presupuestos. Pero para quienes no está disponible suelen ser los géneros que la Academia pareciera considerar inferiores: la fantasía, el horror y el sci-fi. Basta recordar que grandes cintas de su tiempo, que hicieron más por la industria y la cultura pop que las ganadoras con las que compartían terna, fueron obviadas sólo por pertenecer a un género “inferior”: 2001: A Space Odyssey, The Exorcist, Star Wars, The Shinning, por citar los ejemplos más inmediatamente a la mano. Más recientemente, podemos hablar incluso de Inception o Mad Max, quienes arrasaron en todas las categorías, sobre todo las técnicas, salvo en la más importante, la que deja bien parada a la Academia: Mejor película.

Hay dos grandes excepciones en años recientes, películas a las que negarles un Oscar sería un insulto al medio: The Shape of Water, de Guillermo del Toro, y The Lord of the Rings: The Return of the King, cinta que, por cierto, ya fue rebasada como la película más premiada de la historia por Everything, Everywhere, All at Once, la tercera película en la historia de esta categoría en ganar el Oscar, pese a ser un género fantasioso.

Y es que EEAO, como se abrevia por mera practicidad, es una película única en su tipo, ya que recurre al lenguaje cinematográfico propio del cine de superhéroes y la ficción científica, pero como metáfora de una condición sumamente humana. La película se sumerge de lleno en un concepto que lleva varios años ya haciendo rondas por el cine, sobre todo de superhéroes y sci-fi, el multiverso, como forma de retratar la psique de su protagonista. Una suerte de tropo en el que “todo fue un sueño”, pero sin la pereza narrativa que esto supone; por el contrario, una experiencia multiversal que cabe dentro de la mente de su protagonista, como forma de mostrarnos lo que sucede dentro de su mente.

Em este sentido, EEAO es un drama en sí mismo, una pieza guiada por el desarrollo de sus personajes, una exploración profunda de las ansiedades y psicología de su protagonista, pero revestido en conceptos que cabrían más en una película de la fase 5 del MCU de Marvel.

Todo en todas partes al mismo tiempo, un multiverso mejor que los de Marvel y DC

En su más reciente película, Ant-Man and the Wasp: Quantumania, Marvel nos presenta por enésima vez el concepto del multiverso, con resultados poco favorables. Lo cierto es que Marvel ha intentado por todas las formas posibles que nos acostumbremos a este concepto que, pareciera, es más complejo de explicar de lo que uno supondría.

No así EEAO, que no pierde tiempo en exposición detallada de las reglas multiversales, que no se detiene a explicarnos cómo funciona su tecnología multiversal, que no trata de forma condescendiente a la audiencia y asume que son capaces de entender la versión resumida que nos presenta del multiverso.

Y es que desde el título empezamos a entender de qué va la película: qué sucede si los millones de universos posibles pueden tocarse entre sí. Si todos los Yo que existen ahí afuera, de alguna forma se tocaran y fuera capaz de aprender de todas esas vidas posibles, con tal de aplicar lo que pude haber sido a lo que realmente soy.

Y ahí es donde radica la fuerza de la película: potencial. Evelyn se ve a sí misma como un vehículo de potencial desperdiciado. El multiverso, todas esas posibles Evelyns que existen, son una forma de proyectar todas esas vidas que no vivió y que, ahora, la persiguen como fracasos en su vida actual. Presentada frente a gastos en sí misma que intentó pasar como deducciones de impuestos, Evelyn entiende todo lo que no pudo ser, lo que se acumula a un nuevo problema en su vida: el fracaso de su negocio y, como añadidura, el fracaso en su matrimonio.

Pero la decisión de presentar todas esas vidas posibles, todo ese potencial desperdiciado reflejado a través de variantes de Evelyn, a través del multiverso también nos presenta una forma de entender la mente de Evelyn. Algunos analistas, incluso, han interpretado estas fantasías en la mente de Evelyn como una forma de entender trastornos como el déficit de atención o hasta algún padecimiento en el espectro del autismo.

En el cine, lograr este tipo de representación neurodivergente fuera de las constricciones del drama es sumamente complicado. Y más si se lleva al terreno de lo absurdo, casi fársico, pero sin dejar de lado un punto de suma importancia actualmente: la autenticidad. El rechazo por el cinismo se ha manifestado recientemente como una oleada por regresar a narrativas sinceras y honestas. En este caso, pese a todos sus adornos, EEAO cuenta en su núcleo una historia sencilla y con la que cualquier persona puede relacionarse: la ansiedad de lo que es, de lo que no es, de lo que no pudo ser y de ,o que pudo haber sido. Hay momentos de tensón en la vida de las personas, de todos nosotros, en las que nos sentimos precisamente como en el título de la película, como si todo sucediera al mismo tiempo, como si tuviéramos que estar en todas partes a la vez. Y, en ese momento, muchos recurrimos al escapismo, como Evelyn, e imaginamos mil escenarios posibles como una forma de no querer lidiar con la realidad.

Todo en todas partes al mismo tiempo: un drama familiar explicado a través de la filosofía

No podemos dejar de lado el hecho de que la cinta, además de meterse con conceptos de superhéroes para explicar el estado mental de la protagonista, también hace profundas exploraciones filosóficas por medio de este recursos.

La cinta se hace preguntas sobre el existencialismo, pero, en esencia, termina cayendo en un análisis nihilístico de la vida misma. Representado por el personaje Jobu Tupaki, la pregunta nos hace preguntarnos qué hacer cuando sentimos que nada vale la pena. Cuando queremos que el universo se trague todas nuestras preocupaciones y frustraciones y a nosotros con todo. EEAO responde con lo que parecería obvio: acercarse al nihilismo, la corriente filosófica que puede resumirse en que nada realmente importa. Dado el tamaño del universo y nuestra insignificancia y debido a que, de todos modos, el destino de todos y de todo es morir, ¿por qué deberíamos preocuparnos por cualquier cosa si, al final, nada tiene sentido?

Y aunque la película podría haberse quedado en esta instancia, como muchos personajes trágicos suelen hacer, opta por virar 180 grados y preguntarse justo lo contrario: si nada más importa, me buscaré aferrar a lo que me da significado, y ese significado se encuentra en ser amable con otros. Aquí es cuando Waymond, adorado universalmente por la audiencia, demuestra el poder de generar conexiones profundas, desde lugares honestos, y del impacto que tenemos, de forma directa o indirecta, en la vida de los otros. Waymond y su amor incondicional por Evelyn le hace abrir su tercer ojo, representado de forma absurda por un ojito loco de plástico, para poder tocar las fibras del multiverso y cambiar un mundo sin significado por un mundo significativo para todos en él.

¿Todo en todas partes al mismo tiempo merecería ganar el Oscar a mejor película?

EEAO es una película inteligente, que sabe comunicarse con su audiencia y que entrega una narrativa satisfactoria. Es un drama familiar explorado a través de una narrativa absurda. Es la historia de una mujer al borde del colapso que encuentra en su propia mente caótica la respuesta que necesita para seguir adelante. Es un experimento que busca empujar los límites de la narrativa audiovisual. Es una experiencia de efectos visuales que puede esperarse de cintas más cargadas de acción y personajes excepcionales, pero en un nivel agresivamente humano. Es un recordatorio de que no hay que ser un superhéroe para poder jugar con el tejido de la realidad. Es un espectáculo que nos recuerda por qué nos gusta el cine como medio narrativo. Es todo, en todas partes, al mismo tiempo.

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