Imola e Indianápolis: los accidentes que confirman el valor del halo y el aeroscreen

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Los sistemas de protección actuales evitaron tragedias en dos fines de semana marcados por accidentes fuertes en la F1 y la Indycar

Durante los días de calificación para las 500 millas de Indianápolis y el Gran Premio de Emilia Romagna en Imola, hubo accidentes muy fuertes que providencialmente no tuvieron consecuencias más allá de los daños materiales a los autos. 

En Indianápolis fuimos testigos de los que sufrieron Marcus Armstrong, Colton Herta y Scott McLaughlin, En Imola, nos tocó ver como Yuki Tsunoda y Franco Colapinto prácticamente acabaron con sus monturas de Red Bull y Alpine respectivamente. 

Las cruzadas por la seguridad siempre han existido. La integridad física de los pilotos y por añadidura la de los aficionados y miembros de los equipos son de absoluta prioridad. Jackie Stewart fue uno de sus más grandes promotores tras la muerte de su querido amigo y coequipero Francois Cevert en Watkins-Glen.

Colton Herta salió ileso del terrorífico choque en Indianápolis | AP Photo

Sin embargo, la cruzada más relevante fue la que nació después del fatal accidente de Ayrton Senna y tras la pérdida del prometedor Jules Bianchi. Las más notorias y efectivas han sido el aro en las categorías de autos tipo Fórmula en Europa y la aeroscreen en la Indycar, que nació tras la muerte de Justin Wilson. 

En Imola e Indianápolis, esas protecciones a los pilotos, de las manos de las barreras en los circuitos y en los óvalos, fueron elemento vital en la protección de los accidentados. Originalmente el factor estético generó rechazo entre los aficionados. Pero en una época tan competitiva y peleada como la que vivimos, esas medidas de protección son aceptadas y reconocidas universalmente. 

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