Era un emblema de un equipo de Costa Rica y ahora maneja Uber para cubrir sus gastos
La caída administrativa que atraviesa el Santos de Guápiles lo dejó sin equipo y con la necesidad de buscar alternativas para sostener a su familia.

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La historia de Reimond Salas es la de un jugador que creció junto al club de su tierra. Desde niño vistió los colores del Santos de Guápiles y se convirtió en uno de sus símbolos más reconocidos. Sin embargo, la caída administrativa que atraviesa la institución lo dejó sin equipo y con la necesidad de buscar alternativas para sostener a su familia.
El cuadro santista fue golpeado en abril, cuando el Comité de Licencias de la Fedefútbol decidió retirarle el aval de participación en la Primera División. La decisión se produjo tras una investigación en la que se revelaron movimientos administrativos que no fueron reportados a las autoridades del fútbol nacional.
A pesar de la sanción, la dirigencia de Santos apeló ante el Tribunal de Conflictos Deportivos del Icoder, buscando una salida que les permitiera regresar al campeonato 2025-2026. Sin embargo, su nombre no apareció en el calendario de la máxima categoría, lo que dejó a jugadores como Salas en el limbo deportivo.
“De momento no tengo equipo. Estuvo viendo con Cariari (Liga de Ascenso), pero no se concretó. Se dio interés en equipos de Segunda pero no se dio la oportunidad que me terminara de convencer”, relató el atacante en una entrevista con La Nación de Costa Rica.
De futbolista a conductor de Uber
El futbolista explicó que desde hace cuatro meses no percibe salario, situación que lo obligó a reinventarse para cubrir los gastos de su familia. La alternativa llegó en forma inesperada: inscribirse como conductor de Uber.
“Casi más de cuatro meses sin ingreso, he tenido que trabajar en Uber, en vehículo. De momento de lunes a viernes me voy a Heredia y paso allá haciendo el trabajo por una semana”, comentó.
Aunque el cambio de vida fue radical, el propio futbolista reconoce que encontró un lado positivo en esta nueva etapa:
“Bastante bien, uno sale con los gastos, a mí me gusta manejar, le dije a mi esposa que teníamos un carro y quería aprovechar la oportunidad y no me va tan mal. Gracias a Dios no la hemos pasado mal”, añadió.
Fe en volver al césped
Con 31 años, Salas no renuncia a su sueño de seguir compitiendo en la élite. Mantiene la esperanza de conseguir un contrato en los próximos meses y poder regalarle un recuerdo especial a su hijo más pequeño.
“Ya mi hija me vio jugar, pero quiero que mi hijo menor de ocho meses me vea jugar. Yo mentalmente me siento bien, en buenas condiciones, por eso yo no he querido irme a hacer algún otro trabajo esperando otra oportunidad, quiero dar tiempo en seis meses”, expresó.
La incertidumbre, sin embargo, le pesa. Tras toda una vida vinculada a Guápiles, confiesa que le duele el futuro incierto del club:
“A mí me duele mucho la verdad, yo he hablado con personas de la zona, es muy difícil porque yo ya tuve la oportunidad de jugar bastante, pero hay niños de la zona de mucho talento que se pueden perder en el camino. La provincia es muy afectada por la delincuencia, entonces algo que los podía alejar de eso era el fútbol”, concluyó.
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