La Liga de Colombia, la más rara: 100 ediciones, 99 campeones y un funcionamiento extraño
El campeonato cafetero está lleno de situaciones insólitas que, lastimosamente, solamente afectan al rendimiento de los equipos.

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Ya a inicio de 2025, Claro Sports había publicado un especial con varios artículos para celebrar la llegada de la edición número 100 de la Liga de Colombia, que fue aquella que se jugó en el 2025-I. Terminado el semestre y a punto de arrancar el siguiente, es momento de hacer un balance de lo extraño que es el fútbol cafetero.
El 2025-II será importante para las efemérides, pues, en teoría, coronará al centésimo campeón por Liga. Eso, si es que no pasa desapercibido. Dimayor a duras penas si conmemoró las 100 ediciones del campeonato de primera división. Sin embargo, entendible: no hay que olvidar que esta inició, en su primer día, con un partido demorado por fallas en la iluminación en Tunja y un hecho de vandalismo en Santa Marta en el que varios integrantes de Millonarios heridos.
Un campeón faltante
Con su reciente logro, Santa Fe fue el campeón número 99 en las 100 ediciones de la Liga. El desfase se debe a que el campeonato de 1989 se dio por cancelado cuando ya estaba cerca de finalizar. La razón fue la trágica muerte del árbitro Álvaro Ortega, quien, a propósito era tío del actual juez Carlos Ortega.
El colegiado fue asesinado por sicarios enviados por el Cartel de Medellín y las investigaciones ha sugerido que el móvil fue no haber aceptado sobornos para favorecer a determinados equipos. El complicado panorama social que vivía Colombia por aquella época de terror llevó a Dimayor a dar por terminado el certamen dejando el título de campeón desierto. Eso sí, las estadísticas de esa edición se cuentan en el compendio general, pues son partidos oficiales.
Democracia que no sirve
La raíz de casi todos los males que hoy existen en el fútbol profesional colombiano es la mala de terminación que se tomó de repartir el poder de decisión democráticamente. Sin ánimos de ofender a nadie, es insólito que los votos en las asambleas de clubes como Orsomarso, Real Cundinamarca o Tigres tengan el mismo peso que los de Millonarios, Atlético Nacional y América de Cali.
Nótese que los primeros mencionados son equipos pequeños de segunda división, pero sus intereses terminan afectando a los grandes. Los clubes chicos son mayoría entre los 36 y siempre van a llevar la delantera. Por ejemplo, repartir el dinero de los derechos de televisión por partes iguales sin importar ningún mérito de rendimiento deportivo lleva al conformismo de aquellos dirigentes a los que únicamente les interesa cobrar y que la competencia pase a un segundo plano.
Formato interminable
El calendario de todo el año atiborrado también parte del problema mencionado en el punto anterior. Como la mayoría de equipos pequeños no tienen participación continua en certámenes internacionales, su única y egoísta meta es que haya la mayor cantidad de partidos, pues así pueden ganar más por transmisiones televisivas y venta de entradas.
El formato actual de la Liga tiene entonces está compuesta por 20 equipos y la competencia se divide en tres fases. La primera consta de 19 jornadas naturales y una de derbis regionales. Luego, los ocho primeros clasifican para jugar seis partidos más en un cuadrangular. La tercera etapa sería la serie final con partidos para ida y vuelta. Eso quiere decir que un equipo, solamente en el campeonato local, puede llegar a jugar un mínimo de 40 y un máximo de 56 partidos por año. La diferencia es para no creerla.
El día que suceda un descenso absurdo…
Y las situaciones insólitas no paran. No ha sucedido, pero en el país del Sagrado Corazón, cualquier cosa es posible. Es perfectamente probable que un equipo sea campeón de Liga y descienda a la segunda división a mismo tiempo. Esto se debe al sistema de promedios que determina las pérdidas de categoría.
Para hacerlo resumido, se explicará lo más simple posible. A final de cada año, descienden dos conjuntos, los que tengan el promedio más bajo. La cuenta sale de la cantidad de puntos que tenga en los últimos tres años de la primera división dividida entre los partidos jugados.
No hace mucho se cambió algo rarísimo, pues había otro hecho impensable que duró por muchísimos años y es que el equipo que acababa de ascender heredaba el promedio del equipo al que remplazó en la máxima categoría, con lo cual llegaba con un pie de regreso al sótano. Ahora sí hace sus cuentas con su propio rendimiento.
Por ejemplo, no es un secreto que Unión Magdalena va a tener muy complicada su permanencia de cara al 2026. Con un promedio de 0,55 para iniciar el segundo semestre, bien podría hacer una campaña aceptable para terminar octavo la primera fase, clasificando a cuadrangulares y probablemente sabiendo que desciende. Si le salieran las cosas en la instancia semifinal, avanzaría a la final y, si también la ganara, Colombia tendría un campeón descendido. Esa situación llevaría a que el conjunto samario no podría ir a la Copa Libertadores, cediéndole el espacio en fase de grupos a un cuadro que no alzó el trofeo.
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