Boyacá Chicó y Deportivo Cali juegan un partido digno de la C: las claves del empate en Tunja

El café y las bebidas energizantes fueron las bebidas favoritas de los espectadores y Jairo Molina desperdició penalti.

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Por ser el segundo semestre en el fútbol colombiano, hay más cosas que se definen con el campeonato en curso y una que causa serias preocupaciones es el descenso. Con el propósito de sumar para escaparle a esa desgracia fue que Boyacá Chicó y Deportivo Cali se midieron en la octava jornada de la Liga BetPlay Dimayor 2025-II. Este compromiso cerraba la fecha en Tunja.

¿Café o energizante?

De arranque, sorprendió que el cuadro Ajedrezado tomara la pelota y ejerciera control sobre ella con mucha propiedad. Eso puso a correr de más a la visita y estaba por verse si el esfuerzo físico en la altura le pasaba factura con el paso de los minutos. Al Azucarero se le reconoce que no se paró a mirar cómo le jugaban en su mitad, sino que estaba atento para recuperar antes de que el peligro se aproximara al área.

Ya otro asunto era el de las emociones. Fue un partido aburridísimo en el primer tiempo, en el que hubo que esperar media hora para ver un flojo disparo de media distancia de Kevin Cortés que llegó directamente a las manos de Alejandro Rodríguez. Luego, Jairo Molina se levantó para cabecear un centro desde el córner, pero su remate se fue elevado. El café y el energizante debieron ser las bebidas predilectas para los espectadores.

Fichas incompletas

Iniciando la segunda parte, se dio un hecho que cambiaría por completo el encuentro. Fabián Castillo se escapaba solo hacia el arco y Frank Salas lo derribó. En principio, el árbitro Luis García consideró la acción con tarjeta amarilla, pero el VAR lo invitó a una revisión en pantalla con la que consideró la interrupción de una jugada manifiesta de gol, así que expulsó al defensor y dejó a Boyacá Chicó con 10 hombres al minuto 52.

Se pensaba que la ventaja iba a propiciar que el Deportivo Cali se volcara al ataque y ahogara al local con impulso ofensivo. Sin embargo, eso no sucedió y el cuadro boyacense siguió sosteniendo la pelota como quiso, sin acercarse a un gol, pero sin sufrir tampoco. Inclusive, Cortés alcanzó a sacar un zapatazo lejano que alcanzó a a asustar al Azucarero.

De la incapacidad a la impotencia

Si la incapacidad del Ajedrezado ya era evidente por estar jugando en inferioridad numérica y resultaba meritoria para Flabio Torres, la del Cali era inentendible. El pobre Alberto Gamero se veía agitado de tanto gritar con sus indicaciones y que no produjeran ningún efecto de su equipo. Ahí fue cuando el entrenador se decidió a enviar al campo a Javier Reina para remplazar a Yeison Gordillo.

Lo de la visita se fue transformando en impotencia, pues acudió al juego fuerte para disputar la pelota y se empezó a llenar de amonestados. El colmo ya fue lo de Yani Quintero, que fue directamente con la planta del pie sobre la tibia de Johan Martínez y vio la tarjeta roja. No hubo una fractura para lamentar de milagro y quedó claro que el centrocampista se toma juiciosamente su suplemento de calcio.

Ya el tiempo se agotaba y vino una mano de Luis Manuel Orejuela en el área que el juez no dudó en sancionar como penalti. Molina tomó la responsabilidad de la ejecución en el tiempo de adición y Rodríguez se lució con una atajada impresionante como la mayor emoción de todo el encuentro.

Así se fue consumiendo el tiempo y se firmó un empate que los mantiene a ambos al filo de la zona de descenso. Sin dudas, se trata de un marcador y un juego que le deja muchas más preocupaciones al proyecto de Gamero en el Deportivo Cali con un equipo que no muestra mayores méritos para mejorar.

Datos y estadísticas del partido

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