Golpes de calor y desmayos: el Masters 1000 de Cincinnati se convierte en un infierno para los tenistas

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El sofocante calor en Cincinnati provocó desmayos, vómitos y abandonos, con Arthur Rinderknech como el caso más alarmante

El calor azota a los tenistas en EE.UU. | MATTHEW STOCKMAN / Getty Images via AFP

El Masters 1000 de Cincinnati, tradicional cita previa al US Open, ha dejado en segundo plano el tenis debido a un rival inesperado: el calor extremo. Las temperaturas, que rozan los 35 °C a plena luz del día y se mantienen por encima de los 30° incluso de noche, han convertido el torneo en una prueba de resistencia física y mental que pocos están logrando superar sin consecuencias.

El episodio más dramático lo protagonizó Arthur Rinderknech. El francés, en pleno duelo de segunda ronda ante Felix Auger-Aliassime, se desplomó en el fondo de la pista con una toalla cubriendo su rostro, víctima de un golpe de calor. El canadiense había ganado el primer set en el tie-break y, con el marcador 2-2 en el segundo, se disponía a sacar cuando vio a su rival tendido, incapaz de continuar. El juez de silla, llamó de inmediato a los servicios médicos, que atendieron al jugador entre la sorpresa y preocupación del público.

Aunque Rinderknech logró ponerse en pie tras recibir agua y asistencia, su cuerpo no resistió mucho más. Perdió los dos siguientes juegos y, con 4-2 en contra, se retiró. “No podía más”, declaró visiblemente afectado.

La escena del francés llegó apenas horas después de otra imagen que ya es viral: Daniil Medvedev, en su partido ante Adam Walton, metió la cabeza en una nevera para intentar bajar su temperatura corporal. El ruso, que comenzó ganando el primer set, acabó perdiendo los dos siguientes y confesó en rueda de prensa que el calor lo dejó sin recursos. “Si mi físico me abandona, no hay golpe que pueda salvarme”, reconoció.

Pero los incidentes no terminan ahí. El español Alejandro Davidovich Fokina, que tenía encarrilado su partido contra el brasileño João Fonseca, se vino abajo físicamente en el tramo final y también tuvo que abandonar. Cameron Norrie, derrotado por Roberto Bautista, terminó vomitando en la pista. Incluso Jannik Sinner, que logró imponerse a Daniel Galán, admitió que la adaptación es clave: “Uno siente el calor desde que se acerca la hora del partido. No es fácil jugar así”.

La lista de jugadores afectados sigue creciendo y el calor parece no dar tregua. Con más del 50 % de humedad, la sensación térmica en pista supera los 40 °C, lo que eleva el riesgo de deshidratación, mareos, calambres y golpes de calor. Los médicos del torneo han tenido trabajo extra desde el primer día, atendiendo casos de fatiga extrema y descompensaciones.

Este escenario plantea un serio cuestionamiento sobre la programación del calendario ATP. No es la primera vez que los jugadores enfrentan climas extremos: la humedad sofocante del sudeste asiático y el calor abrasador en Norteamérica son ya parte del circuito. Sin embargo, las previsiones para el US Open en Nueva York son aún más alarmantes, con una posible ola de calor que podría llevar los termómetros hasta los 38 °C en el Billie Jean King National Tennis Center.

En este contexto, el tenis profesional se enfrenta no solo a sus rivales habituales, sino también a un enemigo invisible que no perdona y que, a este ritmo, podría marcar el desenlace de la temporada.

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