La realidad del tenis mexicano: décadas sin éxito en Grand Slams, disputas internas y un futuro por construir

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El tenis mexicano cumple 35 años desde su último título de Grand Slam de cara al US Open 2025 en Nueva York

México no ha tenido un campeón de Grand Slam en singles en la Era Abierta | Imago 7

A lo largo de los últimos sesenta años, México ha presenciado cómo el mundo del tenis evoluciona sin lograr consolidar figuras constantes en la cúspide del circuito profesional. Aisladas apariciones en los cuadros principales de Grand Slams, triunfos en dobles y una participación intermitente en los rankings reflejan una crisis real. El escenario actual, protagonizado por nombres como Renata Zarazúa y Rodrigo Pacheco, plantea una pregunta de fondo: ¿por qué solo unos cuantos logran destacarse, y por qué ninguno ha conseguido mantenerse en lo más alto?

El problema no es reciente, pero se ha intensificado en los últimos años. Mientras otras naciones latinoamericanas siguen produciendo campeones o al menos contendientes con regularidad, en México las señales de alerta se multiplican. La distancia entre generaciones, las fracturas entre jugadores y la Federación, la limitada oferta de academias locales y las tensiones institucionales han sido factores señalados por los propios protagonistas.

Ecos del pasado: las figuras que sí lo consiguieron

Aunque México no ha producido un campeón de Grand Slam en singles desde la creación de la Era Abierta en 1968, sí ha contado con figuras destacadas en el circuito, especialmente en la modalidad de dobles. El caso más citado es el de Raúl Ramírez, quien alcanzó el número cuatro del mundo en singles en 1976 y fue número uno en dobles junto a Brian Gottfried, con quien ganó más de 30 títulos. A nivel individual, alcanzó semifinales en Wimbledon y Roland Garros y disputó todas las competencias importantes de su época, convirtiéndose en referente de una generación que aún compaginaba el circuito con el amateurismo olímpico.

Otro nombre insoslayable es el de Jorge Lozano, campeón de dobles mixtos del US Open en 1990, y el último tenista azteca en coronarse en el máximo escenario. Lozano también fue 22 veces finalista en el circuito de dobles y disputó dos cuartos de final de la Copa Davis. 

Más recientemente, Santiago González ha sostenido la bandera del país en dobles durante casi dos décadas. Llegó a una final de Grand Slam en Roland Garros 2017, y levantó dos Masters 1000 en 2023. A sus 41 años, sigue compitiendo al más alto nivel, con una longevidad inusual incluso dentro de la especialidad. En el circuito femenil, Giuliana Olmos, formada en Estados Unidos, ha sido top 10 mundial en dobles, ganadora de torneos WTA y habitual representante de México en la Billie Jean King Cup, consolidándose como una de las pocas figuras femeninas nacionales en la élite desde la época de Angélica Gavaldón. Estos logros, aunque significativos, no se han traducido en una presencia constante de México entre los países protagonistas del tenis mundial.

Las figuras actuales

Pese a un panorama limitado en cuanto a infraestructura y proyección, algunos nombres han conseguido abrirse paso en el circuito internacional. Rodrigo Pacheco, originario de Mérida y nacido en 2005, es hoy el tenista mexicano con mayor proyección en individuales. Alcanzó el número uno del mundo en la categoría juvenil en 2023 y ha sumado victorias en torneos ATP Challenger, además de haber disputado partidos del cuadro principal en certámenes como el Abierto de Los Cabos y el Abierto Mexicano de Tenis Telcel, donde consiguió su primera victorias en el máximo circuito. Su ascenso ha generado expectativas entre aficionados y especialistas, pero también ha evidenciado los vacíos estructurales que enfrentan los jugadores en su transición al profesionalismo.

En entrevista con Tennis.com durante su participación en Acapulco, Pacheco ofreció una lectura directa sobre el contexto nacional: “Muchos entrenadores mexicanos son buenas personas, pero reciben mejores ofertas en el extranjero. En México, tenemos muchos niños talentosos cuando tienen 10 o 12 años, pero de alguna manera se detiene“. La falta de continuidad en los procesos formativos y la migración de entrenadores hacia otros países aparecen como factores recurrentes en ese diagnóstico.

En la rama femenil, Renata Zarazúa ha sido la principal exponente durante la última década. Con 27 años, ha representado la bandera tricolor en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, ha disputado cuadros principales en Grand Slams como Roland Garros y ha tenido actuaciones destacadas en torneos WTA. Aunque no ha logrado una consolidación sostenida en el Top 100, su trayectoria ha sido una excepción dentro del circuito y ha servido como modelo para nuevas generaciones.

Renata Zarazúa se ha mantenido fija en la parte alta del ranking | Imago 7

A estas trayectorias se suman figuras que han encontrado en el circuito de dobles una vía para mantenerse competitivos, como González, Olmos y Miguel Reyes-Varela. Si bien, su experiencia demuestra que existen caminos posibles dentro del alto rendimiento, el número de casos sigue siendo reducido.

Disputa institucional en la Federación Mexicana de Tenis: la lucha por el control

En 2020, la Federación Mexicana de Tenis (FMT) vivió una de sus crisis más severas, marcada por un conflicto interno por la presidencia del organismo que desnudó las tensiones estructurales y de poder dentro de la entidad. Todo comenzó cuando José Antonio Flores, presidente de la FMT en ese momento, fue destituido por un grupo opositor encabezado por Mario Chávez, quien entonces era vicepresidente de la federación.

La pugna institucional se desató con la celebración de dos asambleas paralelas y controvertidas. En enero de 2020, el grupo de Chávez realizó una asamblea en la que lo nombraron presidente y desconocieron a Flores, alegando irregularidades en su gestión. La Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE) respaldó inicialmente a Chávez, reconociéndolo como el nuevo dirigente. Sin embargo, en junio del mismo año, el grupo de Flores llevó a cabo su propia reunión, donde eligieron a Carlos González como el nuevo mandamás. Este doble nombramiento polarizó por completo a las asociaciones de tenis del país.

Ante el caos, González emprendió una batalla legal y consiguió un amparo judicial en agosto de 2020 que suspendió la facultad de la CONADE para reconocer a Chávez. Esta medida dejó a la federación sin un líder oficialmente reconocido. La situación se resolvió a principios de 2021 gracias a la mediación de la Federación Internacional de Tenis (ITF) y el Comité Olímpico Mexicano (COM), quienes reconocieron a González como el presidente legítimo. La resolución puso fin al conflicto, aunque no sin consecuencias; por ejemplo, México perdió una sede de la Billie Jean King Cup.

La disputa dejó a la FMT en una posición vulnerable, pues se evidenció la falta de unidad y de un liderazgo claro que perjudicó la toma de decisiones dentro del tenis mexicano. La división interna no solo comprometió la credibilidad de las instituciones, sino que también reveló fracturas profundas entre las autoridades y los jugadores de élite.

“Esto parecía cuento de nunca acabar. Es hora de trabajar en conjunto, porque estábamos en deuda con los tenistas de México. Los estábamos dañando en esta disputa absurda que no nos llevaba a ningún lado. Afortunadamente, se acabó”, declaró Edgar Núñez, primer vicepresidente de la FMT para Diario AS tras el fin de la disputa.

Copa Davis 2023: El conflicto entre jugadores y la Federación

La relación entre FMT y los jugadores profesionales del país experimentó recientemente una crisis prolongada, marcada por la desconfianza, la falta de comunicación y la toma de decisiones unilaterales. A inicios de la década, algunos de los jugadores más destacados expresaron su frustración con una estructura que, a su juicio, prioriza los intereses personales sobre los deportivos. Los episodios más críticos de este choque se materializaron entre 2022 y 2023, exponiendo una fractura que ha afectado la representación nacional y el desarrollo del deporte blanco en México.

Esta disputa salió a la luz cuando Santiago González, fue excluido de la convocatoria para la serie de Copa Davis contra Bielorrusia. A pesar de su destacada actuación, habiendo obtenido dos títulos consecutivos en el circuito, Miguel Gallardo, capitán del equipo, le informó que la decisión de no convocar había sido tomada directamente por la FMT. El jugador veracruzano expresó públicamente su descontento: “a mí me gustaría saber las razones de por qué no me quieren en el equipo, no me han dado una explicación clara y es lo que más me molesta”. Este evento evidenció la injerencia de la federación en la selección de jugadores y la falta de canales formales para el diálogo.

González y Reyes Varela rechazaron la convocatoria en 2023 | Imago 7

La crisis se agudizó en 2023, cuando un grupo de jugadores, incluyendo a González, Miguel Ángel Reyes-Varela, Ernesto Escobedo y Hans Hach Verdugo, decidieron no asistir a la serie de Copa Davis frente a China Taipéi, tras recibir la convocatoria tres semanas antes del compromiso. En un comunicado conjunto, explicaron que su decisión fue una respuesta a “la falta de comunicación, falta de planeación y falta de interés” por parte de la FMT. “A la Federación no le importa jugar con un equipo B”, agregó el número 39 del ranking de dobles.

Según los tenistas, habían entregado un documento a la federación con propuestas para mejorar la organización, las cuales fueron ignoradas. Entre sus demandas se encontraba un seguimiento constante a los atletas, la transparencia en el manejo de premios y salarios, y la creación de protocolos claros para la Copa Davis. En su comunicado, los jugadores afirmaron que “han predominado intereses personales por encima de los deportivos”.

En un video difundido, Carlos González afirmó que respetaba la decisión de los jugadores de no asistir, pero que “jugaban por México, no por la federación”. Posteriormente, minimizaron la situación argumentando que la decisión de los jugadores se debía a “razones personales/familiares” o a su actividad reducida en el circuito ATP. 

El choque entre el organismo y sus atletas no solo afectó el desempeño del equipo en los torneos, sino que también expuso algunas carencias institucionales que, a largo plazo, comprometen el desarrollo de las nuevas generaciones de tenistas y la posibilidad de un crecimiento sostenible.

Un ecosistema fragmentado: el desafío de la infraestructura y la formación

La infraestructura y el desarrollo de sus talentos también forman parte de la base que ha limitado parte del progreso. Aunque México alberga torneos de élite como el Abierto Mexicano de Tenis Telcel, el Abierto de Los Cabos, Guadalajara y una serie de Challengers, que le brindan la posibilidad a jugadores locales de competir en niveles exigentes, el panorama del desarrollo y formación es notablemente menos robusto. Las academias de alto rendimiento son escasas y, en su mayoría, privadas, lo que crea una barrera de acceso para la mayoría de los jóvenes. 

Un ejemplo está en la llegada de iniciativas de prestigio internacional, como la Mouratoglou Tennis Academy que abrió en Guadalajara en 2024, ofrece una opción con metodología de punta, pero se inscribe en el modelo de academias privadas de alto costo. Esto refleja un contraste: el país atrae la inversión de marcas globales, pero el acceso a esa formación de élite no forma parte de un sistema público ni unificado.

Esta fragmentación se extiende al cuerpo técnico. La migración de entrenadores es un problema recurrente, como lo señaló el propio Pacheco: “Muchos entrenadores mexicanos son buenas personas, pero reciben mejores ofertas en el extranjero, y los talentos se estancan”. De acuerdo con sus declaraciones, la falta de una carrera estable y bien remunerada para los técnicos locales provoca una fuga de talento humano esencial, impidiendo la continuidad en los procesos que los jóvenes necesitan para dar el salto al profesionalismo.

Proyecciones y Proyectos de la FMT

El plan de trabajo de para el periodo 2025-2029, bajo el liderazgo de Carlos González, se centra en la implementación de varios proyectos que buscan la reconstrucción y el fortalecimiento del tenis en México. Una de las propuestas más destacadas es el programa “Tenis sin Barreras”, presentado en febrero de este año, diseñado para mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad a través del fomento del tenis en silla de ruedas. Esta iniciativa busca democratizar el acceso al deporte y se rige por las regulaciones de la Federación Internacional de Tenis (ITF) para la competencia en esta modalidad.

Otro pilar del plan es el fortalecimiento de la base del tenis a través del Circuito Nacional Infantil y Juvenil (CNIJ) 2025. El objetivo es crear una estructura competitiva más sólida, que incluya el apoyo financiero para los jugadores mejor posicionados en su transición al ámbito profesional. El inicio de este circuito en 2025 contó con una participación de aproximadamente mil tenistas. Complementando este esfuerzo, la federación también ha formalizado la certificación de entrenadores, impartiendo cursos basados en los estándares de la ITF para asegurar una capacitación técnica estandarizada y evitar la fuga de talentos.

A 35 años del último título de Grand Slam para México, el tenis nacional enfrenta una encrucijada entre su rico legado en dobles, las promesas emergentes como Rodrigo Pacheco y los conflictos institucionales que han frenado su evolución. Diversos factores han limitado el desarrollo sostenido de talento, pero existen proyectos recientes que apuntan a una reconstrucción y a retomar el camino hacia un ecosistema sólido y competitivo, que requiere un compromiso real de todos los actores involucrados.

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