¿Alguien lo duda? PSG, el mejor equipo del mundo
PSG arrolló al Madrid y jugará la final del Mundial de Clubes; luce como el mejor equipo del mundo este año

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Autores: Oliver Kay | The Athletic
Sesenta y dos partidos disputados, uno por jugar, 192 goles anotados y casi 2.5 millones de personas en las gradas. El Mundial de Clubes ha dejado más preguntas que respuestas, pero cuando se trata de identificar al mejor equipo del planeta, no hay debate posible.
Cualquier duda persistente se disipó bajo el calor sofocante de East Rutherford, Nueva Jersey, cuando el París Saint-Germain sorprendió al Real Madrid y a sus miles de seguidores al ponerse 2-0 arriba en los primeros nueve minutos de la semifinal del miércoles.
La obra maestra llegó en el minuto 24, una jugada fluida que culminó con Achraf Hakimi desbordando por la banda derecha y asistiendo a Fabián Ruiz para un soberbio tercer gol.
Parecía que la FIFA podía haber coronado a PSG como campeón del mundo en ese mismo momento —aunque aún quedaba más de una hora por jugar ante el Madrid y todavía falta la final del domingo contra el Chelsea—. Desde que comenzó el año, los parisinos han alcanzado niveles que incluso han sorprendido a su entrenador, Luis Enrique, al ganar su primera Champions League de forma espectacular y ahora con la mirada puesta en conquistar también el Mundial de Clubes. Fabián Ruiz describió su victoria 4-0 como “perfecta”. Luis Enrique prefirió llamarla “hermosa”.

La etapa del PSG del “bling bling llamativo”, como la describió su presidente Nasser Al-Khelaifi, trajo a algunas de las estrellas más rutilantes del fútbol —Neymar, Kylian Mbappé y Lionel Messi, por nombrar los más obvios—, pero no los trofeos más brillantes, ya que los entrenadores luchaban por gestionar los egos y las tendencias individualistas de tantos jugadores de renombre.
En cambio, el joven plantel actual, armado con inteligencia por el director deportivo Luis Campos y guiado con maestría por Luis Enrique, se ha convertido en lo que el técnico llama un “referente” para otros equipos. Tienen un mediocampo que distribuye el balón con elegancia y lo recupera con fiereza, laterales y extremos veloces y atrevidos. Perdieron a Mbappé, su máximo goleador histórico, a manos del Madrid el verano pasado, pero sin él el equipo se ha vuelto más equilibrado, un modelo de cohesión y química en el campo.
Real Madrid, la otra cara de la moneda
El contraste con el recorrido del Real Madrid en ese mismo periodo es difícil de ignorar. Hace un año, el club español acababa de ser campeón de Europa por decimoquinta vez, pero algo ha dejado de funcionar. Si este torneo debe considerarse como el cierre simbólico de la temporada pasada —como sugería su nuevo entrenador Xabi Alonso—, entonces fue una campaña en la que perdieron 15 partidos de 68 en todas las competiciones, a diferencia de las apenas dos derrotas en 55 encuentros del curso anterior.
En este torneo, las gradas parecían más centradas en los individuos que en los equipos, algo comprensible dado que la FIFA presenta a los jugadores de forma individual antes del saque inicial. Casi sin excepción, los jugadores del Madrid fueron más ovacionados en el MetLife Stadium, con los mayores aplausos para Jude Bellingham, Vinícius Júnior y Mbappé. Pero el culto al individuo es anatema para la mayoría de los técnicos modernos: incluso si los jugadores son solistas de enorme talento, como los extremos del PSG Désiré Doué y Khvicha Kvaratskhelia, se espera que trabajen sin descanso para el equipo.
“Es el esfuerzo colectivo”, dijo el mediocampista Fabián Ruiz a los periodistas tras recibir el premio al mejor jugador del partido ante el Madrid. “Tenemos jugadores excelentes, pero sin el colectivo no somos nada”.
Alonso, dada la naturaleza de su éxito en el Bayer Leverkusen, sin duda exigirá lo mismo en Madrid. Habló de un PSG actuando a un “nivel altísimo” en la segunda mitad de la temporada y comentó que su equipo “no es el primero en sufrir una derrota así” ante los franceses. Su portero Thibaut Courtois fue más directo al calificar la derrota como una “bofetada” y declarar: “Ni siquiera estuvimos cerca de su nivel”.
Hay mucho por reflexionar para Alonso, que debe encontrar la forma de aprovechar el talento de Bellingham, Mbappé, Vinícius Jr. y compañía sin malcriar a nadie. Es un reto muy distinto al que asumió con tanto éxito en Leverkusen.
Mbappé es un futbolista extraordinario y anotó 44 goles en todas las competiciones en su primera temporada en Madrid, pero su llegada no ha fortalecido al equipo. A veces, incluso sin querer, los jugadores de gran nombre pueden opacar a sus compañeros y romper la armonía y el equilibrio del vestuario y del campo.

A veces, cuando ese gran nombre se va, es como una liberación. Ousmane Dembélé, que marcó solo seis goles en su primera temporada en el PSG y 35 en la segunda, es quizás el mejor ejemplo de un jugador que floreció tras la marcha de Mbappé.
PSG, ¿un equipo de época?
No debe olvidarse lo bueno que fue el PSG en ocasiones durante la última década, antes y después de la llegada de Mbappé en 2017, pero nunca fueron una fuerza tan irresistible como en su camino al título de la Champions pasada, arrasando al Manchester City en el Parque de los Príncipes y luego eliminando a Liverpool, Aston Villa y Arsenal —con algunos sustos—, para después aplastar 5-0 al Inter en la final más dispareja en la historia del torneo.
Ganar la Champions, el mayor trofeo del fútbol europeo, fue una obsesión para el PSG desde que Qatar Sports Investments compró el club en 2011 —como lo fue para el Chelsea desde que Roman Abramovich lo adquirió en 2003—. Ganar el Mundial de Clubes, incluso en este nuevo formato, no tendrá el mismo impacto para ninguno de los dos clubes, por más que el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quiera convencer al mundo de lo contrario.
El Mundial de Clubes ya existía, como un torneo anual entre los campeones de las seis confederaciones de la FIFA, pero Infantino afirma que su expansión permite saber, “por primera vez”, quién es el mejor equipo del mundo.
Esa lógica es errónea. Los torneos eliminatorios nunca han sido un buen parámetro para medir el estado real del fútbol. Más allá de eso, la afirmación de que participan “los 32 mejores equipos del mundo” es claramente falsa. Barcelona, Liverpool y Napoli, campeones de España, Inglaterra e Italia, no clasificaron. Con el mayor respeto para Wydad AC, ES Tunis, Red Bull Salzburg, Inter Miami y otros, nadie sugeriría que están entre los 32 mejores del mundo.
Hay momentos en que la discusión sobre el mejor equipo del mundo es muy reñida, independientemente del campeón europeo. Pero hay ocasiones en las que es completamente evidente, como cuando el Barcelona de Guardiola arrasó a todos a fines de los 2000 e inicios de los 2010 —y más tarde con Luis Enrique—, o más recientemente con el Manchester City de Guardiola. Este parece uno de esos momentos.
Eso no significa que la final del domingo sea un trámite, pero el técnico del Chelsea, Enzo Maresca, no afirmaría que su equipo está en el mismo punto de maduración. Chelsea aún busca su identidad y constancia, mientras que en el PSG todo parece fluir: cómo presionan para recuperar el balón, cómo tocan, cómo atacan los laterales, cómo Dembélé y los demás delanteros desequilibran en los últimos metros.

No son solo los resultados, es la forma en que están jugando. En el campo, están marcando estándares altísimos. Este ha parecido su año, su momento: un equipo joven en su punto más alto, imponiendo un listón que pocos pueden alcanzar. Incluso igualarlos en un solo partido, como intentará Chelsea el domingo, ya parece una misión difícil.
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