Armand Duplantis, el hombre sin límites: de un jardín en Louisiana a la cima del mundo
El sueco sigue escribiendo una impresionante historia en el mundo del deporte
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Armand Duplantis volvió a desafiar lo imposible. El sueco rompió por decimocuarta vez el récord mundial de salto con pértiga, esta vez en el Mundial de Atletismo de Tokyo 2025, donde voló sobre los 6,30 metros y se consagró tricampeón del mundo. Una hazaña más en la carrera del atleta que parece destinado a borrar cualquier frontera conocida en su disciplina.
El salto histórico llegó en su último intento de la jornada, como si el guion exigiera dramatismo. Tras asegurarse el oro, Duplantis pidió elevar la varilla a una altura inédita y, con la técnica impecable que lo caracteriza, volvió a reescribir la historia. No era la primera vez en el año: ya lo había hecho en febrero en Clermont-Ferrand, en junio en Estocolmo y en julio en Budapest. Tokio fue la culminación de un 2025 inolvidable.
Lo que hoy deslumbra al mundo comenzó de manera sencilla en Lafayette, Louisiana, donde un niño transformaba un palo de escoba en pértiga y una colchoneta de jardín en estadio olímpico. Sus padres, Greg y Helena, con pasado deportivo, identificaron el talento precoz y lo convirtieron en un proyecto familiar. Desde entonces, aquel niño que soñaba con volar se transformó en el mejor garrochista de todos los tiempos.
Greg, exatleta de pértiga con una marca personal de 5,80 metros, asumió el rol de guía técnico. Helena, exheptatleta sueca, diseñó su preparación física. El hogar se convirtió en un laboratorio deportivo, donde la pasión se mezclaba con la disciplina. Esa dinámica familiar única permitió que Duplantis creciera con un equilibrio entre la exigencia y la normalidad, tal como lo retrata el documental Born To Fly.

En esa formación también jugaron un papel clave sus hermanos. Andreas y Antoine, ambos deportistas, sirvieron de ejemplo y competencia durante su infancia. Johanna, la menor, siguió los pasos del salto con pértiga. Pero fue Armand quien, desde los 17 años, comenzó a sorprender al mundo al acercarse a la barrera de los seis metros, presagio de una carrera que no conoce techo.
Su elección de representar a Suecia, el país de su madre, marcó un punto de inflexión. Aunque nació y creció en Estados Unidos, Duplantis nunca dudó en llevar los colores suecos a las competencias internacionales. Con el tiempo, ese vínculo se convirtió en una historia de amor correspondida: Suecia lo adoptó como ídolo y él lo confirmó en gestos cotidianos, desde conducir un Volvo hasta hablar sueco con fluidez.

Pero Duplantis es más que un prodigio deportivo. Su carisma y su imagen juvenil lo han convertido en un fenómeno cultural. Conocido como el ‘Timothée Chalamet del salto con pértiga’, según The New Yorker, ha logrado salir de los estadios para instalarse en la cultura pop escandinava.
Con apenas 26 años, Armand Duplantis ya acumula dos oros olímpicos, tres títulos mundiales y 14 récords del mundo. Una colección que cualquier atleta firmaría para el final de su carrera, pero que para él parece apenas el comienzo. Desde aquel jardín en Luisiana hasta los estadios más grandes del planeta, Duplantis encarna la idea de que volar no es imposible, sino cuestión de trabajo, talento y sueños compartidos en familia.
En Tokio, el mundo volvió a presenciarlo: el hombre sin límites sigue ascendiendo, y todavía nadie sabe hasta dónde puede llegar.

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