Día de Muertos en México ¿Cómo se hace un altar tradicional, cuándo y dónde ponerlo en casa?
Guía práctica para armar un altar de muertos: niveles, elementos básicos, fechas clave y el mejor lugar para montarlo en tu hogar

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El Día de Muertos es una de las celebraciones más importantes de México. Cada año, del 28 de octubre al 2 de noviembre, las familias preparan altares para recibir a los difuntos con flores, comida, bebidas y objetos que disfrutaban en vida. El altar se convierte en el centro de la tradición, uniendo memoria y celebración.
No existe un solo modelo de altar: puede ser sencillo o muy elaborado. Lo importante es que cada elemento tenga un sentido simbólico. El agua, la sal, el pan de muerto, las flores de cempasúchil, las velas y las fotografías cumplen una función: guiar, proteger y recordar a los seres queridos. Al integrarlos, se crea un espacio de encuentro entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
El calendario y la ubicación también son esenciales. Montar el altar en la fecha correcta y en un lugar seguro de la casa asegura que la tradición se viva con respeto. Más que un ritual de nostalgia, es una celebración que fortalece los lazos familiares y la identidad cultural.
¿Cómo se hace y qué debe de llevar un altar de Día de Muertos?
Un altar puede tener 2, 3 o 7 niveles, y cada uno simboliza distintas dimensiones de la existencia. Los de dos representan cielo y tierra; los de tres añaden el inframundo; y los de siete escalones marcan el recorrido del alma. En este último, cada nivel cumple una función precisa:
- Imagen religiosa o santo de devoción.
- Nivel vacío dedicado a las ánimas del purgatorio.
- Sal, como símbolo de purificación.
- Pan de muerto.
- Comida y bebida favoritas del difunto.
- Fotografía de la persona homenajeada.
- Cruz hecha con flores, semillas o ceniza.
El armado comienza con una base firme: una mesa, repisa o estructura cubierta con tela o papel, de preferencia en colores contrastantes y brillantes. Sobre esa base se levantan los niveles y se colocan los elementos según el número de escalones que elijas. No se trata solo de estética: cada objeto corresponde a un significado y a una función dentro de la tradición.
Los elementos básicos son: agua para calmar la sed, velas para guiar el camino, flores de cempasúchil para marcar la ruta con su color y aroma, incienso o copal para purificar el ambiente, papel picado como representación del aire, sal como símbolo de pureza, calaveritas que recuerdan la presencia de la muerte, y la comida favorita de los difuntos. Estos objetos se combinan con fotografías, recuerdos personales y, si la familia lo desea, símbolos religiosos como cruces o rosarios.
El altar también admite adaptaciones modernas. Muchas familias incluyen discos de música, camisetas de equipos deportivos o incluso juguetes, según lo que caracterizaba a la persona recordada. Lo esencial es que el altar sea un reflejo de su vida, no una simple reproducción de un manual.

¿Cuándo y dónde pongo el altar de Día de Muertos?
El calendario dicta que los altares deben montarse desde finales de octubre, ya que cada día está dedicado a un tipo distinto de alma. Pero lo más importante es que el altar esté listo antes de la noche del 1 de noviembre, pues según la tradición ese es el momento en que las almas comienzan a llegar.
Encender las velas de acuerdo con la fecha ayuda a marcar el recibimiento de cada grupo de difuntos. No es necesario desmontarlo de inmediato el 3 de noviembre: muchas familias lo mantienen varios días más como recuerdo.
En cuanto al lugar, el altar debe colocarse en un espacio central y tranquilo del hogar, como la sala o el comedor, pero siempre con respeto y cuidado. Debe estar sobre una superficie elevada —mesa o repisa— y, de ser posible, cerca de una ventana o puerta, pues se considera una “entrada” simbólica para las almas. Esta ubicación también permite que el altar reciba luz natural durante el día y que las velas iluminen por la noche.
La seguridad es fundamental: no debe estar en zonas con corrientes de aire que apaguen las velas o que puedan provocar incendios. Es importante mantenerlo lejos de cortinas, estufas o aparatos eléctricos. Para quienes tienen jardín o patio, también puede montarse al aire libre, lo que facilita usar caminos de pétalos de cempasúchil y hacer altares más grandes.
¿Por qué se ponen altares a los muertos el 1 y 2 de noviembre en México?
Las fechas centrales del Día de Muertos provienen de un sincretismo cultural. Los pueblos prehispánicos realizaban festividades dedicadas a los muertos al terminar las cosechas, entre agosto y noviembre. Estas fiestas se llamaban Miccailhuitontli y Huey Miccailhuitl y estaban ligadas al ciclo agrícola y a la relación con la muerte. Con la llegada de los españoles, esas prácticas se mezclaron con las celebraciones católicas de Todos los Santos (1 de noviembre) y Fieles Difuntos (2 de noviembre). Esta división responde tanto a la tradición que distinguía diferentes tipos de muerte, como a la visión que asigna un día a cada grupo. El resultado es un calendario híbrido que organiza la llegada de las almas y mantiene vivo el vínculo con ellas.
El altar refleja esa historia. En él se combinan elementos indígenas —flores, copal, comida— con aportaciones europeas como las velas, las cruces o el pan de trigo. A lo largo de los siglos, también se han añadido símbolos populares como la Catrina, nacida de los grabados de José Guadalupe Posada y popularizada por Diego Rivera. Esta mezcla explica por qué el Día de Muertos es considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2003: porque no es solo una tradición fija, sino una práctica viva que une pasado y presente.
En síntesis, los altares se ponen el 1 y 2 de noviembre porque esas fechas representan el punto de encuentro entre ambas culturas, entre la memoria familiar y la celebración colectiva. Son días en que México entero abre la puerta a sus difuntos para convivir con ellos a través de flores, aromas, sabores y recuerdos.
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