Marruecos: la nueva potencia de fútbol mundial que surge en África

Un doblete de Yassir Zabiri frente a Argentina fue suficiente para que Marruecos se proclamara campeón del Mundial sub 20 que se celebró en Chile

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Marruecos ha dejado de ser la sorpresa del fútbol mundial para convertirse en una potencia en toda regla. Su reciente coronación en el Mundial sub 20, la racha histórica de su selección mayor, las millonarias inversiones en infraestructura y su papel protagónico en las próximas grandes citas internacionales confirman el ascenso de un proyecto deportivo integral que abarca desde la formación hasta la élite.

El pasado 20 de octubre, los Leones del Atlas juveniles se consagraron campeones del mundo sub 20 al vencer 0-2 a Argentina en la final disputada en Santiago de Chile. Fue el primer título en la categoría para Marruecos y para una selección árabe, un hecho que simboliza el crecimiento de un país que lleva años construyendo un modelo exitoso desde la base. El delantero Yassir Zabiri fue la figura del torneo con un doblete que selló una victoria histórica y consolidó el trabajo de una generación formada bajo la estructura de la Academia Mohammed VI.

Pero el éxito no se limita a las categorías menores. La selección absoluta de Marruecos vive un momento extraordinario: suma 16 victorias consecutivas, superando los 15 triunfos que en su momento lograron España (2008-2009) y Alemania (2010-2011). Aquellas rachas coincidieron con sus posteriores títulos mundiales, en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, respectivamente. El paralelismo es inevitable: Marruecos ha alcanzado el mismo nivel de consistencia que las potencias que luego dominaron el planeta futbolístico.

Detrás de este crecimiento hay planificación, inversión y una visión a largo plazo. La Academia Mohammed VI de Fútbol, inaugurada en 2009 y ampliada en 2013, es un centro de alto rendimiento y formación de talentos en Rabat, Marruecos. Considerada un proyecto insignia del Rey Mohammed VI, ha impulsado el desarrollo del fútbol marroquí y la promoción de jóvenes promesas. Allí se forman jugadores, entrenadores y árbitros con estándares europeos. Los frutos ya son visibles: títulos en categorías Sub-17 y Sub-23, además del campeonato Sub-20 que acaba de dar la vuelta al mundo.

El impulso también se refleja en la infraestructura deportiva. Marruecos ha emprendido una renovación masiva de sus estadios en Rabat, Tánger, Agadir, Fez y Marrakech, además de construir el Grand Stade Hassan II en Benslimane, entre Casablanca y Rabat, con capacidad para más de 110,000 espectadores. Este recinto aspira a ser sede de la final del Mundial 2030, que el país organizará junto con España y Portugal. Antes de eso, Marruecos será anfitrión de la Copa Africana de Naciones 2025, que se disputará del 21 de diciembre de 2025 al 18 de enero de 2026, sirviendo como ensayo general de logística, seguridad y modernización.

Este avance sostenido confirma que el fútbol marroquí no es producto del azar. Desde el histórico cuarto lugar en el Mundial de Qatar 2022 hasta el dominio reciente en categorías juveniles, Marruecos ha demostrado que cuenta con una identidad futbolística definida: disciplina táctica, fortaleza mental, velocidad en transición y una base técnica sólida. A ello se suma una red de jugadores formados en la academia nacional y en clubes europeos, lo que da al país una mezcla perfecta de talento local e influencia internacional.

De cara al Mundial de 2026, Marruecos llega con credenciales sólidas: un presente ganador y una estructura que mira al futuro. Su objetivo ya no es competir con los grandes, sino ser uno de ellos. Si mantiene la línea actual —con una selección absoluta en racha, una generación juvenil campeona del mundo sub 20 y una red de infraestructura moderna—, el país magrebí puede consolidarse como una de las grandes potencias del fútbol global.

Marruecos ya no es una revelación: es una realidad. Un proyecto que une inversión, formación y resultados. Una potencia futbolística que ha aprendido no solo a competir, sino a ganar.

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