A 57 años de México 68, los Juegos que cambiaron el olimpismo
La inauguración de México 68 marcó un punto de quiebre en el olimpismo moderno con innovaciones técnicas, récords y la primera mujer en encender un pebetero

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El 12 de octubre de 1968 se inauguró en Ciudad de México la XIX Olimpiada, la primera celebrada en América Latina y en un país de habla hispana. Participaron 5,516 atletas de 112 países, cifra récord para la época, y las competencias se desarrollaron en la capital y algunas subsedes: Guadalajara, Acapulco, León, Puebla y Valle de Bravo.
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Los Juegos de México hicieron historia. Fueron los primeros en ser transmitidos por satélite a nivel mundial. Por primera vez millones de personas siguieron las pruebas en vivo desde distintos continentes. El evento colocó a México en el centro de la atención internacional y evidenció su capacidad logística, técnica y de comunicación.
En los 15 días de competencias se registraron 257 récords olímpicos y 27 mundiales, impulsados por la altitud de la Ciudad de México y por las nuevas tecnologías de cronometraje, control y materiales. Fue una edición que introdujo métodos, formatos y estándares que permanecieron en el olimpismo moderno.
Una inauguración para la historia
El inicio de la XIX Olimpiada quedó grabado como una de las ceremonias más recordadas en la historia del deporte mundial. El Estadio Olímpico Universitario recibió a más de 100 mil personas en la ceremonia de apertura. El desfile de 112 delegaciones marcó el inicio formal de los Juegos. Mientras las bandas ejecutaban piezas de Tata Nacho y Agustín Lara, se liberaron 11 mil palomas blancas, símbolo de paz y bienvenida a los atletas.
La antorcha olímpica había recorrido 14,800 kilómetros desde Grecia hasta llegar al Pedregal. Tras pasar por diversos países de América Latina, llegó al estadio entre una ovación. La portadora final fue Enriqueta Basilio, velocista bajacaliforniana de 20 años, que subió los 90 escalones del pebetero y encendió la llama olímpica ante el público reunido.
Su designación fue un hecho inédito. Basilio fue la primera mujer en la historia en encender un pebetero olímpico, en una época en la que la participación femenil en el deporte era todavía minoritaria. Su elección representó un cambio simbólico dentro del movimiento olímpico: un reconocimiento público al papel de las mujeres en la competencia y en la sociedad. Su imagen se convirtió en referencia visual de México 68 y del avance de la igualdad de género en el deporte.
¡MÁS QUE HISTÓRICO! 🏟️🌟
— Los Juegos Olímpicos (@juegosolimpicos) October 12, 2025
Hoy se cumplen 5️⃣7️⃣ años de la Ceremonia de Apertura de México 1968, los primeros #JuegosOlimpicos celebrados en América Latina. 🇲🇽#Mexico1968 l @COM_Mexico pic.twitter.com/cnibyXfZSY
Innovación, diseño y legado
Tras la ceremonia inaugural, México presentó un modelo de organización que cambió la manera de realizar los Juegos Olímpicos. México 68 introdujo avances técnicos que transformaron la estructura del evento. Por primera vez se aplicaron controles antidopaje, se utilizó cronometraje electrónico y se instaló pista de tartán en el Estadio Olímpico, sustituyendo la superficie de ceniza. Estas mejoras establecieron un nuevo estándar para las futuras competencias internacionales.
En materia visual, los diseñadores Lance Wyman y Eduardo Terrazas crearon un sistema gráfico que unificó tipografía, color y geometría. El logotipo, las líneas concéntricas y los patrones inspirados en el arte huichol dieron identidad a toda la señalización del evento. La claridad del diseño permitió orientar a los visitantes sin barreras de idioma y se convirtió en modelo de comunicación visual para otros Juegos Olímpicos.
Además de las competencias, se organizó la Olimpiada Cultural, con presentaciones de música, teatro, danza y artes plásticas. La Ruta de la Amistad, compuesta por 19 esculturas monumentales instaladas a lo largo del Periférico Sur, integró arte y urbanismo. El enfoque cultural y el diseño visual consolidaron a México 68 como un referente en la relación entre deporte y cultura contemporánea.
Récords y hazañas deportivas
El desarrollo de las competencias dejó registros que aún se consideran entre los más destacados en la historia olímpica. El estadounidense Bob Beamon realizó el salto de longitud más famoso de la historia con 8.90 metros, superando por amplio margen el récord previo y estableciendo una marca que se mantuvo imbatida por 22 años. Su registro redefinió los límites de la disciplina y evidenció el efecto de la altitud en las pruebas de velocidad y salto.
En el salto de altura, Dick Fosbury presentó una técnica inédita: impulsarse de espaldas sobre la barra. El método, conocido como Fosbury Flop, cambió para siempre la disciplina y fue adoptado en todo el mundo. En velocidad, James Hines corrió los 100 metros planos en 9.95 segundos, el primer registro electrónico por debajo de los 10 segundos, mientras que Lee Evans impuso un récord mundial en los 400 metros con 43.86 segundos.
México 68 también destacó por la introducción de nuevas formas de entrenamiento y medición del rendimiento. La altitud de la Ciudad de México permitió la obtención de marcas excepcionales en pruebas cortas, pero afectó las de resistencia. El balance final confirmó que los Juegos habían abierto una nueva etapa en la preparación científica del alto rendimiento.

México y su mejor actuación olímpica
Mientras las potencias mundiales dominaban el medallero, México logró resultados inéditos en su historia deportiva. La delegación mexicana estuvo conformada por 275 atletas, 233 hombres y 42 mujeres. El país participó en 20 disciplinas y presentó equipos en atletismo, boxeo, natación, ciclismo, clavados, gimnasia, equitación, esgrima y fútbol. La preparación incluyó concentraciones previas en el Comité Olímpico Mexicano y asesorías de entrenadores extranjeros en áreas técnicas específicas.
México consiguió nueve medallas, divididas en tres de oro, tres de plata y tres de bronce. Los oros correspondieron a Felipe “Tibio” Muñoz en los 200 metros pecho, Ricardo Delgado en peso mosca y Antonio Roldán en peso pluma, ambos en boxeo. Las platas fueron ganadas por José Pedraza en caminata, Álvaro Gaxiola en clavados desde plataforma y Pilar Roldán en florete individual, la primera mujer mexicana en subir al podio olímpico. Los bronces fueron obtenidos por Joaquín Rocha y Agustín Zaragoza en boxeo, y María Teresa Ramírez en natación, con apenas 14 años.
El desempeño mexicano incluyó 18 cuartos lugares y resultados competitivos en disciplinas acuáticas y de combate. Esta actuación se mantiene como la mejor actuación olímpica en la historia del país, tanto por número de medallas como por amplitud de participación. La organización y el rendimiento deportivo confirmaron el crecimiento del deporte nacional en la década de 1960.
Momentos que definieron una era
Los Juegos también quedaron marcados por episodios que trascendieron el ámbito deportivo. Durante la premiación de los 200 metros planos, los estadounidenses Tommie Smith y John Carlos levantaron el puño con guantes negros al sonar el himno nacional de su país. Su gesto, en protesta contra el racismo, se convirtió en una de las imágenes más difundidas del siglo XX. A su lado, el australiano Peter Norman portó la insignia de la Organización Olímpica por los Derechos Humanos en señal de apoyo.
El acto tuvo consecuencias inmediatas: Smith y Carlos fueron expulsados de la villa olímpica y marginados por su federación. A pesar de ello, el mensaje se consolidó como símbolo de resistencia y justicia social dentro del deporte. México 68 quedó vinculado a ese episodio, que evidenció el alcance político y humano del escenario olímpico. Con 57 años de distancia, México 68 continúa siendo referencia por su combinación de innovación, logros deportivos y capacidad organizativa.
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