México y Japón: Las dos caras de la moneda, a cuatro años del bronce en Tokyo 2020
A pesar de no quedarse con el metal, la selección nipona logró colocar a varios de sus elementos en Europa, algo que el Tri no consiguió
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La derrota en la pelea por la medalla de bronce en el fútbol de los Juegos Olímpicos Tokyo 2020 marcó un punto de inflexión para la selección de Japón. Aquel equipo, que cayó frente a México en Saitama, dejó la sensación de que contaba con una base sólida de futbolistas jóvenes listos para dar el salto a escenarios internacionales más exigentes. Cuatro años después, varios de aquellos nombres han consolidado su presencia en Europa, confirmando una línea de desarrollo constante.
Kou Itakura, hoy en el Ajax de Países Bajos y Takefusa Kubo, figura de la Real Sociedad en España, representan el crecimiento de un proyecto que apostó por exportar talento a ligas de alto nivel. A ellos se suman Ritsu Doan en Eintracht Frankfurt de Alemania y Kaoru Mitoma en el Brighton de Inglaterra, quienes han logrado continuidad en torneos europeos, aportando ritmo competitivo y experiencia internacional. Además, la progresión de Wataru Endo, quien arribó al Liverpool en el 2023 y que cuenta con 32 años le da a Japón un referente en la zona de recuperación, con capacidad de liderazgo dentro de uno de los clubes más exigentes del continente.

La lista asiática también incluye a Daizen Maeda en el Celtic de Escocia, Ayase Ueda en el Feyenoord de la Eredivisie y Ayumu Seko en el Le Havre de Francia, todos con actividad constante en ligas europeas de distinta magnitud. Además, Zion Suzuki, guardameta del Parma de apenas 23 años, ha comenzado a tener minutos, lo que le asegura una proyección de largo plazo. En conjunto, la presencia de estos jugadores confirma la estrategia japonesa de consolidar un núcleo competitivo fuera de Asia, con una generación que maduró después del descalabro en los olímpicos en casa.
En contraste, la selección mexicana que venció a Japón por el bronce de la mano de Jaime Lozano, ha visto una transición distinta. Entre los convocados en aquel torneo, solo Johan Vásquez y César Montes mantienen su lugar en Europa. Vásquez se afianzó como pieza del Genoa en la Serie A, mientras que el ‘Cachorro’ atraviesa su etapa en el Lokomotiv de Moscú tras su paso por el fútbol español. Ambos representan la continuidad de un proceso que no logró colocar a más elementos de la camada olímpica en el fútbol europeo.

La diferencia radica en la proyección posterior. Mientras Japón multiplicó la presencia de sus elementos olímpicos en Europa, México no logró consolidar la exportación de esa generación, limitándose a casos individuales. Jugadores como Alexis Vega, Sebastián Córdova o Henry Martín permanecieron en la liga local; y otros que emigraron como Diego Lainez y Jorge Sánchez tuvieron un regreso prematuro. El contraste muestra dos caminos: uno que apostó por la experiencia internacional y otro que mantuvo a sus futbolistas en el entorno doméstico.
El impacto de esa decisión se refleja en la actualidad. Japón se convirtió en la primera selección clasificada al Mundial 2026, con un plantel que combina experiencia europea y juventud local. El equipo nipón ha sostenido un rendimiento competitivo frente a selecciones de primer nivel, logrando amistosos de alta exigencia (en el 2023 goleó 4-1 a Alemania; y está próximo a enfrentar a Estados Unidos, Paraguay y Brasil) y mostrando evolución en la calidad de su plantilla. México, en cambio, encara el reto de ser anfitrión del torneo con la necesidad de consolidar una base sólida en medio de cambios de técnico y ajustes constantes en su esquema.

El encuentro amistoso en Oakland llega como una oportunidad de medir esa diferencia de procesos. Javier Aguirre, al frente del Tricolor busca dar forma a un grupo competitivo con jugadores como Santiago Giménez, Edson Álvarez y Orbelín Pineda, quienes sí militan en Europa, pero que no formaron parte de la generación de Tokyo 2020. Mientras tanto, Japón se presenta con un núcleo consolidado de futbolistas que mantienen continuidad en clubes europeos desde aquel ciclo olímpico.
La evolución de ambas selecciones desde la justa olímpica ofrece una lectura clara: Japón convirtió a su camada en la base de su presente competitivo, mientras México vio a la suya dispersarse entre la liga local y esfuerzos aislados en Europa. Este contraste explica la diferencia de panoramas rumbo al Mundial 2026, donde Japón llega con un plantel estabilizado y el Tri todavía busca la fórmula para conformar un equipo sólido y confiable de cara a la justa que organizará en casa.
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