Isaac del Toro y el momento que detonó su carrera: “Pedí un año más, no quería quedarme con las ganas”
El ciclista mexicano revela cómo una fractura de fémur lo obligó a replantear su futuro deportivo

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Isaac del Toro abrió las puertas de su historia en Tirando Bola y compartió los episodios más significativos de su carrera, desde su vida familiar hasta la caída que puso en duda su futuro. El ciclista recordó que su origen deportivo nació en casa, en Ensenada, donde la bicicleta era un elemento cotidiano sin una intención profesional clara. “Mi mamá quería hijos deportistas… desde chiquito nada más quería que nos moviéramos”, contó entre risas.
Aunque al inicio él y su hermano intentaron jugar fútbol, la tradición familiar terminó guiando su camino hacia el ciclismo. “Los hermanos de mi papá hacían ciclismo, los hermanos de mi mamá también… y nosotros al verlos, ver las fotos en casa de la abuela, era aspiracional”, explicó.
El ambiente competitivo nació en casa. Isaac recordó que su hermano era el talento natural: “Mi hermano era el bueno de los dos… él tenía el talento de los dos”. Pero también encontró su propio espacio cuando descubrían que en la montaña se igualaban: “En la subida lo igualaba muchísimo… era lo único donde yo decía ‘este es muy fuerte’, pero ahí sí lo alcanzaba”. Esa rivalidad fraterna lo formó desde pequeño y lo llevó a destacarse en modalidades como ciclocross y mountain bike.
La familia, sin embargo, enfrentó una carga fuerte. “Era sábado y domingo… hacíamos ruta y montaña, eran cuatro bicicletas para los nenes, era costoso”, recordó. Consciente de ese esfuerzo, Isaac habló con sus padres cuando tenía 14 años para pedir una oportunidad más seria. “Les dije: ‘Yo quiero intentarlo un año más… y luego escuela al 100%’”, relató.
Su llegada al Viejo Continente significó crecer de forma acelerada. “Nos tocó aprender a vivir muy chicos… era como ir a jugar un partido de fútbol y que te metieran 10 goles”, dijo al recordar el nivel internacional. En medio de esa adaptación llegó uno de los momentos más duros de su carrera: la caída que lo dejó fuera del Tour de Francia sub 23, su primera gran ventana. “Me rompí el fémur y la arteria… fue el dolor más grande que he tenido”, recordó.
Esa lesión lo hizo replantear todo. “Sabía que mis papás no podían hacerlo toda la vida… es demasiado caro este hobby”, confesó. La recuperación fue tan dolorosa como reveladora: “A los 22 días salí en bici porque me era más fácil que caminar”. Entre transfusiones, drenajes y terapias, descubrió incluso una nueva sensibilidad: “Empecé a valorar el estar en el sol… tenía que hacerme baños de sol como viejito porque estaba muy débil”.
Tras meses difíciles, tomó una decisión que cambió su carrera. “Les pedí un año… con lo que tuvieran, con lo que les diera la voluntad, porque no quería quedarme con las ganas”, relató. Ese año terminó siendo el mejor de su vida deportiva. El propio Del Toro lo reconoce: “Independientemente de lo que pase en el futuro, ese es mi mejor año”. Para él, ese periodo se convirtió en una prueba personal de que podía alcanzar el nivel profesional si tenía una sola oportunidad que no se rompiera en el camino.
En la entrevista, también habló del aprendizaje mental que llegó con la madurez. “Cuando eres joven y quieres la oportunidad, el autosabotaje es gratis”, comentó. Aseguró que ha debido aprender a medir lo que exige a su cuerpo, a identificar cuándo está abusando de su capacidad física y cuándo necesita detenerse. “Yo no sabía qué tanto le podía pedir al cuerpo… y llegó un punto donde empecé a abusar”, admitió.
Del Toro también explicó que, para él, la presión actualmente viene del compromiso con sus compañeros. “Si ellos deciden ayudarme, yo no puedo jugar con su trabajo”, afirmó. Reconoció que muchas veces no gana el más fuerte, sino el que toma las mejores decisiones: “Hay días que he ganado y sé que no era el más fuerte… pero fui el más inteligente, el que se pidió más”.
Sobre su vida fuera de la bicicleta, habló de la importancia del equilibrio: “Hay que entender que no todo es ciclismo… también hay que crecer en vida”. Entre risas, contó que los días libres apenas le alcanzan para caminar o jugar pádel de manera ligera: “No necesito irme a dormir con dolor… si juego, es limitado”. Además, confesó que aún no encuentra espacio para estudiar una carrera universitaria, aunque sí planea hacerlo más adelante: “Quiero aprender idiomas… quiero estudiar, pero no he encontrado el tiempo”.
Para cerrar, reflexionó sobre cuánto puede durar su carrera en un deporte tan demandante. “Yo creo que tendría entre 10 y 15 años… pero depende de cómo responda la cabeza”, dijo. Aseguró que no quiere perder de vista la realidad: “No me la quiero creer tanto… quiero valorar lo que me está pasando”. Su mensaje final apunta a lo que lo ha sostenido desde niño: disciplina, enfoque y la voluntad de aprovechar cada oportunidad.


