Pumas consuma otra decepción: 15 años sin título y torneos consecutivos fuera en Play In
El conjunto universitario cumple 15 años sin título y suma dos torneos seguidos eliminado en Play In, reflejo de un proyecto sin estabilidad ni competitividad real

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Pumas volvió a quedarse fuera de la Liguilla, esta vez tras caer ante Pachuca en el Play In del Apertura 2025. El resultado confirma un ciclo deportivo marcado por la inestabilidad, la falta de contundencia y la incapacidad para sostener proyectos ganadores. En mayo de 2026 se cumplirán 15 años desde el Clausura 2011, último torneo en el que los auriazules se coronaron, y desde entonces el equipo no ha logrado reconstruirse como protagonista del fútbol mexicano.
En la última década y media, el club ha intentado múltiples apuestas: entrenadores de experiencia, proyectos renovados, refuerzos estratégicos, regresos de ídolos y hasta cambios estructurales. Sin embargo, ninguna de esas propuestas ha conseguido establecer un proyecto competitivo, y el equipo ha transitado entre etapas de ilusión breve y regresos inmediatos a la irregularidad. El presente es la confirmación de ello: Pumas quedó eliminado en el Play In en dos torneos consecutivos, algo impensado para una institución que históricamente se medía entre los mejores.
Una década y media de frustración acumulada
Cuando se analiza la trayectoria reciente del club, la dimensión del problema se hace evidente. Desde aquel título de 2011, Pumas ha vivido casi todos los escenarios posibles excepto el deseado: consolidar un ciclo ganador. De los últimos 29 torneos, Pumas quedó fuera de la Liguilla en 17, lo que representa más de la mitad del periodo. Es decir, el equipo no solo ha dejado de competir por el título, sino que con frecuencia ni siquiera está presente en la fase final.
El dato contrasta con la historia del club y con la exigencia de su afición, acostumbrada a ver a Pumas compitiendo desde la garra, la cantera y el orden táctico. De esos 29 torneos, solo en ocho logró superar los cuartos de final, incluyendo dos subcampeonatos (Apertura 2015 y Guardianes 2020) y tres semifinales aisladas que funcionaron más como espejismos que como impulso real. Más de una década de resultados fríos deja ver un problema todavía más profundo: Pumas no ha encontrado continuidad, identidad ni estabilidad deportiva.
Mientras tanto, la institución ha sido un laboratorio constante de ideas sin aterrizar. Ha cambiado entrenadores con frecuencia, apostado por algunos refuerzos que no dieron resultado, tratado de mantener la filosofía de cantera sin poder sostener un plantel competitivo y ha perdido piezas clave en momentos decisivos. El problema no es uno, sino un conjunto que se repite temporada tras temporada.
El Play In: la nueva frontera del fracaso
La llegada del Play In parecía una oportunidad para que Pumas, desde la mitad de la tabla, encontrara un respiro competitivo. No lo consiguió. En dos torneos consecutivos, Clausura 2025 y Apertura 2025, el equipo no logró superar esta fase. Esto significa que ni siquiera pudo meterse entre los ocho mejores del país, un golpe directo a sus aspiraciones deportivas y a su imagen institucional.
La eliminación contra Pachuca fue el reflejo de un equipo incapaz de sostener intensidad en partidos de eliminación directa. La falta de regularidad en el torneo quedó expuesta en un solo juego: Pumas no resolvió ofensivamente, no defendió con orden y tampoco mostró un plan capaz de competir al más alto nivel. Ante un rival pragmático y con mayor claridad colectiva, el equipo auriazul quedó fuera sin ofrecer argumentos sólidos.
Lo preocupante es que la repetición del patrón ya no parece una coincidencia, sino un síntoma. Pumas se ha convertido en un equipo que aspira a entrar por la puerta trasera y ni siquiera esa ruta ha podido aprovecharla. El Play In no debía ser su zona natural; hoy lo es.
Un club atrapado entre la exigencia y la realidad
Parte de la crisis de Pumas se explica por la desconexión entre la expectativa institucional y los recursos reales del club. Por un lado, existe una afición histórica que exige competitividad, garra y protagonismo. Por otro, la gestión deportiva no ha encontrado la forma de equilibrar cantera, refuerzos e identidad.
Pumas mantiene un discurso de formación, pero cuando la cantera no alcanza para competir al máximo nivel, el equipo se queda corto. Cuando apuesta por refuerzos, muchos no terminan rindiendo. Cuando busca continuidad, un mal torneo corta el proceso. Así, el club vive entre ciclos incompletos que afectan el rendimiento cada semestre.
A esto se suma la presión del entorno, que en Pumas suele intensificarse con rapidez. La sombra del Clausura 2011 se ha convertido en un punto de comparación permanente, y ahora, después de casi 15 años, la falta de títulos pesa más que nunca.
La conclusión que arrojan los datos
El repaso estadístico permite identificar un patrón claro:
- Pumas quedó fuera de la Liguilla en 17 de los últimos 29 torneos, un porcentaje que exhibe su pérdida de competitividad.
- En 12 torneos sí entró a fase final, pero solo en 8 superó los cuartos de final, lo que demuestra que los momentos de alto rendimiento fueron excepcionales.
- Solo dos finales en 15 años evidencian la distancia entre la realidad y la aspiración histórica del club.
- Dos eliminaciones consecutivas en Play In muestran que el problema no es coyuntural, sino estructural.
En otras palabras: Pumas dejó de ser un contendiente constante y se convirtió en un equipo intermitente, incapaz de mantener un proyecto deportivo sólido durante más de un par de torneos consecutivos.
¿Qué sigue para Pumas?
El club enfrenta una pregunta incómoda pero necesaria: ¿qué debe cambiar para romper un ciclo de 15 años que lo ha llevado a ser un equipo de media tabla? La respuesta no está en una sola decisión, sino en varias: un proyecto de largo plazo, una planificación coherente, refuerzos alineados a un estilo claro y una reestructuración interna que permita competir desde la base.
Lo único seguro es que Pumas no puede seguir normalizando la eliminación en Play In. Un club con su historia, identidad y afición no puede acostumbrarse a observar la Liguilla desde fuera. La eliminación ante Pachuca no solo duele: confirma la urgencia de una transformación profunda.


