Día Mundial de la Diabetes: los atletas que hicieron de la disciplina su herramienta más importante

Descubre las historias de atletas que integraron su condición médica a la rutina diaria sin renunciar a su lugar en la élite

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El diagnóstico de diabetes tipo 1 suele llegar acompañado de incertidumbre, cambios bruscos y una larga lista de ajustes cotidianos. En el deporte profesional, donde cada entrenamiento exige precisión y cada competencia se juega en márgenes mínimos, convivir con esta condición supone un reto adicional. Sin embargo, numerosos atletas han demostrado que la enfermedad no es una barrera para competir al máximo nivel.

Desde tenistas y futbolistas hasta golfistas, nadadores y gimnastas olímpicos, todos ellos han aprendido a integrar controles de glucosa, dosis de insulina y planificación nutricional en sus rutinas deportivas sin renunciar a sus metas. Sus historias muestran que, con acompañamiento, información y disciplina, la diabetes puede gestionarse sin frenar carreras que hoy inspiran a miles de jóvenes en el mundo.

Alexander Zverev | Tenis

A sus 28 años, Alexander Zverev es uno de los jugadores más destacados del deporte blanco. Acumula 24 títulos ATP, entre ellos dos ATP Finals, siete Masters 1000, más de 500 victorias y una medalla de oro olímpica.  Ese rendimiento de élite convive con una realidad que lo acompaña desde la infancia: la diabetes tipo 1, diagnosticada cuando tenía apenas cuatro años.

El alemán convivió con la enfermedad en silencio durante gran parte de su carrera, hasta que en 2022 decidió hacerla pública y explicar cómo ha tenido que integrar el control de la glucosa, las inyecciones de insulina y la planificación nutricional en su día a día como deportista profesional. La exigencia del calendario, los cambios de horario, los partidos largos y los episodios de estrés competitivo requieren ajustes continuos, algo que Zverev lleva realizando desde niño y que se volvió aún más riguroso cuando alcanzó el alto nivel. En ese proceso, su entorno cercano, sus padres y su hermano Mischa, ha sido una pieza clave.

Esa experiencia personal explica su compromiso actual. La Fundación Alexander Zverev organiza actividades para acompañar jóvenes con diabetes tipo 1, incluyendo campamentos y cursos, donde niñas y niños con diabetes han podido entrenar bajo la guía del propio jugador y su familia. El mensaje que transmite es directo: “la diabetes no impone límites a tus sueños”. Su fundación también colabora con organizaciones para proporcionar insulina, medicamentos esenciales y apoyo educativo en países en vías de desarrollo. 

Nacho Fernández | Fútbol

Nacho Fernández fue diagnosticado con diabetes tipo 1 a los 12 años, justo cuando comenzaba a competir de forma más seria en el fútbol base. El impacto inicial del diagnóstico fue contundente: le dijeron que tendría que abandonar el fútbol. Sin embargo, días después, su endocrino le explicó que la enfermedad no era incompatible con la práctica deportiva. Esa aclaración resultó decisiva para un joven que, años más tarde, levantaría 26 títulos con el Real Madrid, incluidos cinco Champions League, y que terminaría su ciclo en el club como capitán.

Para el ibérico, este proceso implicó asumir responsabilidades adicionales desde muy joven y aprender a mantenerse estable físicamente en contextos de esfuerzo prolongado. Con el paso del tiempo, el defensa ha explicado cómo la diabetes lo obligó a madurar antes que sus compañeros y a desarrollar hábitos de autocuidado que considera esenciales para su carrera en la élite. Su historial es un recordatorio de que la enfermedad no constituye una contraindicación para el deporte; al contrario, la actividad física moderada o intensa puede reducir riesgos futuros  en personas con diabetes tipo 1. Hoy, su trayectoria sirve como ejemplo para jóvenes deportistas que enfrentan el mismo diagnóstico y para familias que buscan entender que, con la guía y el control correctos, la diabetes no tiene por qué frenar un proyecto deportivo ambicioso.

Andrea Pereira | Fútbol

Andrea Pereira ha construido una de las trayectorias más sólidas del fútbol femenil moderno. Formada en España y campeona con Espanyol, Atlético de Madrid y Barcelona, consolidó un palmarés que extendió en México con América y Pachuca. Pero su historia deportiva no puede entenderse sin un componente decisivo: a los 12 años recibió el diagnóstico de diabetes tipo 1, Para una adolescente que apenas empezaba a imaginar un futuro en el fútbol, aquel hallazgo supuso más preguntas que certezas, aunque pronto lo asumió como una condición que debía comprender y gestionar, no como una barrera definitiva.

El salto al profesionalismo la obligó a perfeccionar esa gestión. Entre los 16 y 17 años, sus médicos le advirtieron que el rigor competitivo exigiría un manejo más preciso de la glucosa para evitar complicaciones. Desde entonces, la planificación de cada entrenamiento y cada partido incluye decisiones adicionales que sus compañeras no tienen que tomar.

Hoy, Pereira utiliza su experiencia para acompañar a familias y jóvenes futbolistas que viven un diagnóstico similar. Sabe que su visibilidad es un mensaje de confianza para quienes sienten incertidumbre al comenzar: ser diabético no invalida una carrera profesional si existe información, disciplina y apoyo. Con frecuencia recibe mensajes de padres y niños que buscan orientación ante clubes o escuelas que dudan en aceptar a deportistas con esta condición; frente a ellos, Pereira insiste en que la responsabilidad es compartida y que la diabetes, bien manejada, no debe ser motivo de exclusión.

Jay Cutler | Fútbol Americano

Jay Cutler llegó a su diagnóstico de diabetes tipo 1 en 2008, en pleno ascenso dentro de la NFL. Durante la preparación para la temporada con los Broncos comenzó a perder peso y a sentirse sin energía, hasta que un entrenador detectó que su glucosa estaba en 550 y lo envió inmediatamente al médico. Tenía 25 años y se encontraba en el mejor momento de su carrera cuando llegó la confirmación. La liga comunicó que su continuidad no corría riesgo, pero el golpe fue fuerte: tuvo que aprender rápidamente a integrar controles, ajustes de insulina y nuevos hábitos alimenticios a una vida marcada por entrenamientos exigentes, viajes constantes y presión competitiva. Él mismo ha reconocido que el proceso no fue sencillo y que la disciplina diaria, especialmente en la dieta, se volvió la clave para mantener estabilidad y seguir jugando.

Esa experiencia lo llevó a involucrarse en esfuerzos de sensibilización sobre la diabetes tipo 1. Durante su paso por la NFL se asoció con Eli Lilly en la campaña Touchdowns for Diabetes, destinada a recaudar fondos para que niños con la enfermedad pudieran asistir a campamentos especializados. Para Cutler, la visibilidad es una manera de acompañar a quienes atraviesan un diagnóstico similar y de mostrar que gestionar la enfermedad con constancia permite sostener una carrera profesional de alto rendimiento.

J.J. Spaun | Golf

J.J. Spaun llegó a su mayor logro deportivo, el título en el U.S. Open 2025 en Oakmont, después de años marcados por un desafío mucho más serio que cualquier torneo: el manejo de una diabetes tipo 1 que incluso fue diagnosticada de forma incorrecta al inicio. En 2018 le dijeron que tenía diabetes tipo 2, pero los síntomas no mejoraban. Seguía perdiendo peso, se sentía sin energía y su distancia en el juego disminuía de forma alarmante, hasta caer al puesto 584 del ranking mundial en 2021. 

Spaun acudió a un endocrinólogo y descubrió que en realidad tenía diabetes tipo 1. Ese cambio de diagnóstico fue determinante para entender su cuerpo, ajustar el tratamiento y recuperar estabilidad. Ya con un manejo adecuado, recibió permiso del PGA Tour para competir usando un monitor de glucosa, indispensable para evitar episodios de hipoglucemia o hiperglucemia durante rondas de máxima presión. Su victoria en Oakmont fue celebrada como algo más que un resultado deportivo: una prueba de resiliencia frente a una condición crónica que, gestionada con precisión, no le impidió alcanzar el punto más alto de su carrera.

Gary Hall Jr. | Natación

Gary Hall Jr., múltiple campeón olímpico de natación, recibió un diagnóstico inesperado de diabetes tipo 1 en el punto álgido de su carrera, tras colapsar por síntomas que no sabía identificar y que incluso llevaron a los médicos a decirle que no volvería a competir. Convertir ese golpe en una nueva forma de entrenar y de vivir le exigió trasladar la disciplina del alto rendimiento al control de la enfermedad: chequeos constantes, ajustes de insulina y la convicción de que la consistencia es la clave. 

Aunque enfrentó episodios severos durante competencias, desde hiperglucemias peligrosas hasta bajones que casi lo dejan inconsciente, logró volver a la élite, ganar oros olímpicos y asumir un rol público que considera más valioso que las medallas: mostrar que la diabetes es manejable y acompañar a niños, familias, médicos y entrenadores para que un diagnóstico no se viva como una sentencia.

Mark Andrews | Fútbol Americano

Andrews fue diagnosticado con diabetes tipo 1 a los nueve años y, desde entonces, ha construido una carrera ejemplar en la NFL a partir de una disciplina férrea y un control meticuloso de su glucosa. Durante los partidos llega a revisarse los niveles hasta 30 veces, apoyado por un monitor continuo que comparte datos en tiempo real con su familia, su agente y el cuerpo médico del equipo; fuera del campo utiliza una bomba de insulina y mantiene una dieta estable para evitar fluctuaciones. 

En cada juego cuenta con hidratación específica y estrategias claras para corregir bajones o picos, desde paquetes de fruta hasta la reconexión de su bomba. Más allá del rendimiento, Andrews asume un rol activo como referente para jóvenes con diabetes tipo 1, a quienes repite que la enfermedad no define su vida ni limita sus metas, la misma actitud que adoptó al inspirarse en Jay Cutler durante su infancia.

Charlotte Drury | Gimnasia

La gimnasta estadounidense, Charlotte Drury, recibió un diagnóstico de diabetes tipo 1, apenas semanas antes de las pruebas olímpicas de cara a Tokyo 2020. Durante meses había sentido que su cuerpo no respondía, que perdía fuerza y que su rendimiento retrocedía pese a entrenar más que nunca, hasta que un campamento previo a los trials la obligó a escuchar lo que su cuerpo llevaba tiempo advirtiendo. 

La confirmación médica la dejó devastada; por un momento pensó que su carrera había terminado. Pero recuperar sus niveles de glucosa le devolvió energía, claridad y, sobre todo, la posibilidad de intentarlo. Con el apoyo de su entrenador Logan Dooley y de amigas cercanas, aprendió a gestionar la enfermedad en tiempo récord, regresó a la pista con estabilidad y terminó siendo parte del equipo olímpico como reserva, demostrando que su diagnóstico no definiría sus límites. Desde entonces se ha convertido en una voz visible para quienes atraviesan el mismo camino, compartiendo sus miedos iniciales, su proceso de adaptación y la certeza de que la diabetes no impide perseguir los sueños más ambiciosos.

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