Nadal descarta por ahora ser entrenador y deja abierta la puerta a la Copa Davis
El español habla sobre su retiro, la vida lejos del tenis, Alcaraz, Sinner, Federer, Djokovic y una carrera histórica que cerró en paz y plenitud personal

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Rafael Nadal habla con la serenidad de quien ya no compite contra nadie, ni siquiera contra su propio pasado. En una entrevista exclusiva con AS, el extenista español reflexionó sobre su retiro, su vida actual lejos del circuito, el presente del tenis mundial y los duelos que marcaron una época irrepetible. No hay nostalgia impostada ni frases para el recuerdo: hay aceptación, análisis y una mirada honesta sobre una carrera que ya quedó atrás.
Un año después de dejar el tenis profesional, Nadal transmite equilibrio personal y claridad mental. Su discurso confirma que la retirada fue una decisión pensada, asumida y cerrada sin fisuras. El tenis sigue ahí, pero ya no ocupa el centro de su día a día.
Vida después del tenis
“Bien, diría que igual de bien. Es un cambio de vida, pero no lo he acusado tanto”, explicó Nadal cuando se le pregunta cómo ha sido la transición. Desde hace tiempo tenía claro que el retiro no debía ser un trauma. “Siempre pensé que me iría bien después, en mi día a día, que es lo más importante, y que encontraría la felicidad personal en esta nueva etapa. Y sinceramente, así es”, afirma.
Reconoce que el proceso aún es reciente, pero no ha sentido vacío. “Es verdad que solo ha pasado un año, que tampoco he parado mucho, que he hecho bastantes cosas… pero sin ningún tipo de problema en ningún momento”, detalla. Para él, la clave ha sido la aceptación. “En todo momento aceptando ya la nueva vida y disfrutándola también”.
Una etapa cerrada, sin vivir del recuerdo
Nadal es claro al explicar su relación actual con el tenis. “No, no lo siento como tal. Yo no vivo pensando que soy o que he sido tenista”, señala. Para él, la carrera profesional es un capítulo cerrado. “Es una etapa que está cerrada; evidentemente estamos aquí por eso, no porque haya sido otra cosa”, reconoce.
El recuerdo permanece, pero no condiciona su presente. “Esto está claro, por lo cual, en el recuerdo siempre va a estar”, admite, aunque marca distancia con el día a día. “Pero no vivo mi día a día pensando en tenis, más allá de momentos puntuales en los que me apetece ver algo”. Solo su Academia mantiene un vínculo constante, aunque distinto. “Evidentemente, por la Academia, donde lo vivo un poco más en el día a día, pero desde un punto totalmente distinto”.
¿Pensó en regresar al circuito?
La respuesta es definitiva. “No, porque ya no estaba bien”, afirma Nadal. Para él, no hay espacio para el autoengaño. “Por suerte la etapa está totalmente cerrada y bien cerrada”, insiste. Recuerda una conversación reveladora con Marc López. “Nunca he sido de esos de creerme ‘si pudiera…’. Le decía a Marc López que cuando estaba retirado y entrenábamos él pensaba que, si volviera, a lo mejor algo hacía…”, cuenta. Su respuesta fue contundente. “Y yo le decía: ‘La etapa está cerrada, compañero’”.
El cuerpo y la mente ya no estaban para ese nivel. “Ahora el físico da para lo que da, y creo que la cabeza también”, explica. Tras romper la rutina competitiva, el regreso se vuelve casi imposible. “Llega un momento, cuando ya has parado de la rutina, que no puedes volver a engancharte. Es muy complicado”.
Sus entrenamientos recientes en la Academia no tuvieron otra intención. “He entrenado un par de veces con chicas de la Academia, con Alina (Korneeva) y con Alex (Eala), de puro sparring, sinceramente”, aclara. “Sin ningún ánimo más allá de pasar un buen rato tocando la pelota, apoyarlas y que ellas disfrutasen”. La conclusión es clara. “Así ha sido y así lo tomo: sin interés ni expectativa de nada”.
Sinner y Alcaraz, dos formas de dominar
Nadal evita verse reflejado en las nuevas figuras. “No me identifico con ninguno. Son jugadores distintos a lo que era yo”, explica. Sobre Carlos Alcaraz, destaca su naturaleza impredecible. “Creo que Carlos es más aleatorio: comete más errores, hace puntos más espectaculares”, señala.
También apunta a su estilo menos estructurado. “A veces no tiene un patrón de juego tan definido, lo que lo hace impredecible y divertido para el espectador”. En cambio, describe a Jannik Sinner como lo opuesto. “Jannik es un jugador más metódico, centrado, con un patrón de juego más definido y que va añadiendo cosas poco a poco”, analiza.
Aun así, Nadal defiende al español frente a las críticas. “A veces parece que Carlos es más disperso, pero cuando ves los resultados… ha tenido un año increíblemente regular y sólido en todos los torneos importantes”, subraya. Por eso, remata con ironía. “Me hace gracia cuando oigo que es disperso: los resultados dicen lo contrario, es mi punto de vista”.
¿Capitán de Copa Davis o Laver Cup?
Nadal no cierra puertas, pero tampoco se adelanta. “Siempre he tenido máximo respeto por lo que pueda pasar en el futuro, porque lo que uno siente hoy no es lo que sentirá dentro de un tiempo”, reflexiona. La vida cambia, y la familia pesa. “La vida va cambiando, y más cuando tienes niños pequeños: ves la vida de una manera, pasan unos años y cambia”.
La exigencia de viajar no encaja hoy. “¿Viajar de manera continuada? No lo veo. Ser entrenador implicaría eso, y ahora mismo no encaja con mi vida”, admite. Sobre la Copa Davis, deja la puerta entreabierta. “¿Ser capitán de Copa Davis algún día? ¿Por qué no? Podría divertirme… o no”. Sin embargo, insiste en el momento vital. “Acabo de retirarme; es muy prematuro darle vueltas. Respeto los procesos vitales y de adaptación. Ahora mismo no procede pensar en eso”.
Federer y Djokovic: estrategias y límites
Contra Roger Federer, el plan estaba definido desde el inicio. “Con Federer, el plan estaba claro, sobre todo al comienzo: apretarle el revés con la pelota alta muchas veces”, explica. La clave era la insistencia. “Hasta que se quedaba más parado esperando otra vez el tiro, y entonces yo podía cambiar hacia su drive”.
Aunque no siempre era cómodo, funcionaba. “Era una práctica que a mí me suponía un esfuerzo mental, porque muchas veces veía el tiro hacia el otro lado”, reconoce. Aun así, se obligaba a repetir. “Sabía que repetir al revés le generaba cansancio mental”.
Con Novak Djokovic, el escenario era distinto. “Con Novak, era más aleatorio”, afirma. En tierra variaba más, pero en pista dura el desgaste era mayor. “En dura, los últimos años, cuando el físico ya no me daba para ciertos esfuerzos, me costaba muchísimo más”.
Para competir necesitaba condiciones que ya no tenía. “Para tener opciones necesitaba que el físico respondiera, y no lo hacía”, confiesa. Intentó alternativas. “Tenía que acortar puntos, y ganarle a Novak a dos o tres tiros era muy difícil”. Ni siquiera el saque fue solución. “Intenté a veces ser más agresivo con el saque, pero no funcionó”.
Una carrera que valió la pena
Nadal resume su trayectoria con satisfacción. “He tenido una carrera muy larga y he sido muy feliz”, dice. Los logros siguen impresionándole. “Evidentemente hay resultados que están ahí y que son difíciles de imaginar. Para mí lo siguen siendo”.
Algunos números aún le cuesta asimilarlos. “Cuando pienso que he ganado 14 Roland Garros… es algo muy complicado”, confiesa. Lo mismo ocurre con Barcelona o su regularidad. “O 12 veces en Barcelona, o que estuve no sé cuántos años seguidos sin salir del top-10”.
Ese dato, para él, tiene un valor especial. “Fueron 912 semanas, teniendo tantas lesiones y meses parado”, recuerda. Y concluye con una reflexión que define su legado. “Ese es un récord del que estoy satisfecho: habla de perseverancia y continuidad. Ha valido la pena”.


