El Pafos le saca al Mónaco el triunfo de la mochila
Un gol en propia puerta de Mohammed Salisu priva al conjunto galo de llevarse los tres puntos como visitante.

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Las cosas que tiene el fútbol… Sobre todo, el ‘nuevo’ fútbol. Ese que no permite cantar victoria hasta que los protagonistas estén en los vestuarios. Y tal cual le ha sucedido al AS Mónaco este miércoles, que a pesar de ‘domar’ y poner contra las cuerdas al Pafos, al final se ha quedado con un sabor amargo (2-2) tras el tanto en propia puerta de Mohammed Salisu cuando se cerraba el telón. Una igualdad que deja en el aire y muy complicado al conjunto de Sebastien Pocognoli.
Y fue el guante de Mislav Orsic quien rescató al Pafos del naufragio. Primero, haciendo girar un córner que David Luiz transformó en un cabezazo vibrante para firmar el 1-1. Y luego, cuando el duelo parecía condenado a una victoria sin brillo del equipo monegasco, volvió a agitar la escena con otro envío cargado de intención, otro instante suspendido en el aire que terminó por provocar el tanto de Salisu y desatar la euforia local.
Pocognoli apostó de inicio por guardar a Ansu Fati, atrapado en una sequía que ya suma ocho partidos, y a Paul Pogba, cuyo regreso tras la sanción apenas alcanzó seis minutos la semana anterior. El francés, además, arrastraba un vacío simbólico de más de mil días sin jugar en la Champions, una eternidad desde aquel Manchester United vs Atlético de Madrid de 2022. Su retorno, esperado por muchos, tuvo que posponerse otra vez.
El Mónaco salió con ímpetu, como si quisiera resolverlo todo antes de que la tarde madurara. Akliouche probó a Michail con un remate peligroso y, apenas cinco minutos después, Minamino definió con un toque cruzado tras una asistencia precisa del propio Akliouche. Era el inicio perfecto, una declaración de intenciones. Pero el gol no quebró al Pafos. Más bien lo encendió. Durante media hora sometió al Mónaco a un vaivén constante, avisó con un disparo al larguero de Anderson Silva y, finalmente, encontró el empate gracias a David Luiz. A sus 38 años, el brasileño demostró que sus saltos aún poseen la furia de los viejos días.
El 1-1 abrió un respiro, aunque breve. Un par de dudas del guardameta local alteraron el ambiente y la segunda de ellas, un pase corto entregado al borde del área, se convirtió en el regalo que Balogun aprovechó para devolverle la ventaja al Mónaco. Sin embargo, el Pafos no se desmoronó. Se marchó al descanso con la fe intacta y regresó al campo con la determinación de mantenerse de pie. El partido se volvió más equilibrado, con apenas dos ocasiones claras que exigieron a Hradecky y a Michail. Y entonces llegaron los últimos minutos, el territorio donde el Pafos suele encontrar algo parecido al destino. La entrada de Jajá dio aire fresco y el pie derecho de Orsic empezó a dibujar trayectorias que tensaron el estadio.
Y así, cuando el duelo parecía marchitarse, el croata volvió a levantar el telón. Un centro envenenado, cargado de intención, cayó sobre la cabeza de Sunjic, chocó en el travesaño y terminó dentro tras rebotar en Salisu. El estadio explotó con un rugido que parecía contener semanas de deseo acumulado.


