Ohtani, Yamamoto y Sasaki validan la inversión japonesa de mil millones de los Dodgers
Los Ángeles invirtió mil millones de dólares en talento japonés y el resultado fue histórico: bicampeonato y dominio global en MLB
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El bicampeonato de los Dodgers consolidó una nueva era en las Grandes Ligas: la de la alianza entre talento japonés y la franquicia angelina. En apenas dos temporadas, Los Ángeles conquistó títulos consecutivos con un núcleo que redefinió la globalización del béisbol, encabezado por Shohei Ohtani, Yoshinobu Yamamoto y Roki Sasaki. Tres peloteros que no solo dominaron el diamante, sino que rompieron una barrera cultural y deportiva sin precedentes.
Los Dodgers desembolsaron más de mil millones de dólares para reunirlos: el histórico contrato de 10 años y 700 millones de Ohtani, los 12 años y 325 millones de Yamamoto, el contrato garantizado más grande para un pitcher en la historia de las Grandes Ligas, y el acuerdo de ligas menores con bono de 6.5 millones para Sasaki. La inversión más grande jamás hecha por una franquicia en jugadores japoneses terminó con un logro sin precedentes: por primera vez, tres beisbolistas del integraron el roster campeón de una Serie Mundial.
Tres pilares de un bicampeonato
Ohtani firmó una actuación histórica en la Serie Mundial 2025. En el Juego 3 estuvo perfecto desde el plato: dos jonrones y dos dobles, y nueve veces en base, una cifra jamás vista en la historia del Clásico de Otoño. Pese al desgaste, abrió también el Juego 4 y el Juego 7, con apenas tres días de descanso. Aunque su salida fue breve, su impacto ofensivo y liderazgo marcaron el rumbo del bicampeonato.
Yamamoto se encargó de consolidar el título. Tras dominar en el Juego 6 con seis entradas y una sola carrera permitida, volvió al montículo en el decisivo Juego 7 sin descanso, algo que no se veía desde Randy Johnson en 2001. Retiró la novena con las bases llenas sin permitir carreras y cerró con un doble play en la undécima. Al final se coronó MVP de la Serie Mundial con tres victorias y 1.02 de efectividad. Fue el primer japonés en recibir ese galardón desde Hideki Matsui en 2009.

Sasaki completó el tridente perfecto. Después de una lesión de hombro que lo marginó gran parte del año, regresó para estabilizar un bullpen en crisis. En la Serie Mundial lanzó dos veces sin permitir carrera, y en toda la postemporada firmó 0.84 de ERA con tres salvamentos.
El protagonismo de los tres nipones fue más allá de la estadística. En un lineup que atravesó altibajos de figuras como Mookie Betts o Freddie Freeman, fueron Ohtani y Yamamoto quienes sostuvieron el pulso competitivo del equipo, mientras Sasaki se convirtió en el relevo de confianza. La sinergia entre ellos consolidó un bloque que lideró el campeonato de los dirigidos por Dave Roberts.
Una infraestructura hecha para entender Japón
Más allá del músculo financiero, los Dodgers construyeron un entorno específico para que sus jugadores japoneses prosperaran. Bajo la dirección de Will Ireton, exintérprete de Kenta Maeda y hoy “director de operaciones y estrategia para jugadores japoneses”, el club diseñó un sistema de comunicación y desarrollo bilingüe. Desde los entrenamientos de primavera, intérpretes y coaches reciben instrucción técnica para traducir no solo el idioma, sino el estilo y estructura del equipo para cada pelotero.
En el caso de Yamamoto, su traductor, Yoshihiro Sonoda, fue sometido a un “boot camp” de béisbol para dominar la terminología técnica y convertirse en un verdadero puente entre el cuerpo técnico y el lanzador. Ohtani, más independiente tras ocho años en MLB, y Sasaki, aún dependiente del acompañamiento cultural, se beneficiaron de esa estructura.
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