La defensa de Steelers hace milagros, pero la ofensiva los hunde ante Bears
Rudolph mostró alta efectividad en pases cortos, pero prácticamente inexistente cuando el balón debía viajar más de diez yardas
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La quinta caída de los Pittsburgh Steelers en esta temporada 2025 no sorprende tanto por el resultado, sino por la reiteración de viejos males que vuelven a aparecer en los momentos más críticos. Viajar a Chicago nunca ha sido sencillo para la franquicia, y los antecedentes así lo confirmaban: ganar en la Ciudad de los Vientos ha sido una rareza histórica. Sin embargo, lo que sí resultó inesperado fue la versión tan limitada que mostró la ofensiva, una que ni siquiera con el impulso emocional por la presencia en el estadio de Aaron Rodgers, quien finalmente no jugó, logró encenderse bajo las señales de Mason Rudolph.
Rudolph, enfundado en el jersey número 2, vivió una tarde para el olvido. Sus números hablan claro: altísima efectividad en pases cortos, pero prácticamente inexistente cuando el balón debía viajar más de diez yardas. En la NFL moderna, donde la verticalidad manda, esa limitación se vuelve un lastre evidente. Más que un simple mal partido, su desempeño plantea una pregunta incómoda: ¿está Pittsburgh apostando por un mariscal que solo puede operar dentro de un guion restrictivo?
Paradójicamente, la primera mitad mantuvo a los Steelers en el juego gracias a lo único que hoy parece sostenerlos: la defensa. Fue ella quien equilibró un encuentro que, ofensivamente, era un desierto. La unidad defensiva no solo contuvo a Chicago, sino que ofreció oportunidades reales de remontada, algo que el ataque desperdició una y otra vez. Cuando el marcador es una pelea cuesta arriba, la defensa no puede ser también la que anote y resuelva todo.
Incluso los equipos especiales hicieron su parte con una jugada que dejó el balón en la yarda uno, una oportunidad de oro que cualquier ofensiva mínimamente competente debería convertir sin titubear. Pero la escena se repitió como un mal hábito: la defensa levantando la mano, manteniendo el partido vivo, y la ofensiva respondiendo con silencio. Que una unidad reactive el marcador y la otra jamás pueda sumarse es un síntoma profundo, no un accidente.
El cierre del partido fue un microcosmos de la temporada: la defensa entregó una última oportunidad con menos de dos minutos en el reloj, un tres y fuera providencial que encendió la ilusión. Pero, como ha ocurrido demasiadas veces, la ofensiva no encontró cómo responder. Es difícil exigir grandeza cuando el playbook parece encogerse cuanto más urgente es la situación.
Con los Ravens ganando y ambos equipos igualados con marca de 6-5, el Norte de la AFC se vuelve un hervidero. Lo que viene será decisivo: primero los Bills, luego en dos semanas un duelo directo ante Baltimore. “Lo mejor está por venir”, dicen algunos; quizá sea cierto, pero solo si Pittsburgh reconoce que la esperanza no puede recaer siempre en la defensa.


