Hansi Flick y su maldición de la segunda temporada: ¿Mito o realidad?
Publicado por Gael Gonzalez Flores
El entrenador alemán tiene el reto de mantener el impacto inmediato que genera al irrumpir en un equipo

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El inicio irregular del Barcelona 2025-2026 ha encendido las alarmas en el entorno blaugrana. Tras una primera campaña de ensueño en la que Hansi Flick conquistó todos los títulos nacionales (Liga, Copa, Supercopa), el arranque del nuevo curso ha sido muy distinto: un rendimiento inconstante, resultados discretos, la derrota en el Clásico ante el Real Madrid y una nueva noche oscura en la Champions League. Lo anterior ha hecho eco y deja la pregunta en el aire: ¿Flick está repitiendo su habitual ‘segunda temporada complicada’?
A lo largo de su carrera, el técnico alemán ha demostrado un impacto inmediato en sus equipos. Su metodología basada en la intensidad, la verticalidad y la gestión emocional suele generar resultados explosivos desde el primer año. Sin embargo, el impulso inicial tiende a desvanecerse en su segunda etapa, con bajones en rendimiento, desgaste físico y, en algunos casos, pérdida de liderazgo dentro del vestuario.

Su trayectoria comenzó en el Victoria Bammental, donde combinó los roles de jugador y entrenador. En su primera temporada (1996-97), logró salvar al club del descenso en la quinta división alemana. Sin embargo, en la segunda, el equipo cayó al último lugar y descendió. Ese fue el primer indicio del patrón que luego acompañaría su carrera.
En el TSG Hoffenheim, Flick repitió la fórmula: ascenso inmediato en su primer año, liderando la cuarta división con autoridad, pero un año después terminó en la posición 13 de la tercera categoría. Aunque el equipo mejoró en temporadas siguientes, nunca volvió a acercarse al nivel de su debut como entrenador.

El punto de inflexión llegó con el Bayern Munich. Tomó el mando en 2019 tras la salida de Niko Kovac y llevó al club a una temporada perfecta: seis títulos en un año, incluyendo Bundesliga, Copa, Supercopa, Champions, Supercopa de Europa y Mundial de Clubes. Aquella campaña lo consolidó como uno de los estrategas más efectivos del fútbol moderno.
Pero, como había ocurrido antes, la segunda temporada mostró grietas. El Bayern volvió a ganar la Bundesliga, pero con menos dominio, sufriendo hasta la última jornada. En Champions fue eliminado por el PSG, y Flick anunció su salida antes de terminar el curso. Aunque las cifras globales (81% de victorias) siguen siendo de élite, el desgaste interno fue evidente.

Su siguiente reto fue la selección alemana, donde el guión se repitió casi al pie de la letra. Comenzó con un registro impecable: siete victorias en siete partidos clasificatorios para el Mundial de Qatar 2022. Sin embargo, en el torneo, Alemania quedó fuera en fase de grupos. Los años posteriores solo agravaron la caída, con una Nations League decepcionante y una humillante derrota 1-4 ante Japón que precipitó su destitución.
En total, los equipos de Flick han mostrado una constante: éxito inmediato y declive sostenido. Su modelo funciona con eficacia cuando los jugadores recién lo asimilan, pero parece perder efecto con el paso del tiempo, cuando los rivales ya comprenden su estilo y el factor motivacional inicial se diluye.

Ahora, en el Barcelona, Flick enfrenta ese mismo desafío. Tras la conquista total en su primera temporada, el equipo ha iniciado con dudas en LaLiga y sin la misma frescura ofensiva. La ‘reciente noche triste de Stamford Bridge’ ha reavivado el debate sobre si ‘la maldición de la segunda temporada’ es una coincidencia o una tendencia que acompaña al alemán.
La historia ofrece un precedente claro: Flick es un técnico de impacto, pero su reto en 2025-2026 será demostrar que puede romper el patrón y consolidar un ciclo más largo. Si lo logra, cambiará su etiqueta de entrenador efervescente por la de constructor de proyectos duraderos, algo que se resolverá hasta la conclusión de la presente campaña.



