Por qué Comunicaciones fracasó en este Apertura 2025
Uno de los equipos más grandes de Guatemala vivió el peor torneo de su historia.

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Comunicaciones FC cerró el Apertura 2025 como uno de los peores capítulos de su historia reciente: último lugar en la tabla, pocas victorias, una producción ofensiva mínima y una defensa que nunca mostró solidez. Para un club acostumbrado a pelear títulos cada semestre, el desplome no solo sorprendió: encendió todas las alarmas. La crisis fue total y dejó al equipo en un escenario inédito, sin identidad futbolística y con una sensación de colapso que se vio desde las primeras jornadas.
El punto de quiebre comenzó en el banquillo. Roberto Hernández inició el torneo con el mandato de “reordenar el modelo de juego” pero nunca consiguió una idea clara. Apenas logró 11 puntos en 12 jornadas y la dirigencia decidió destituirlo. Su salida, lejos de convertirse en un impulso, abrió una etapa de improvisación. Iván Franco Sopegno tomó el mando con urgencias, sin tiempo para preparar un modelo propio y con un plantel golpeado anímicamente. Los cambios de sistema, nombres y roles nunca cuajaron. Comunicaciones se volvió un equipo sin estructura, sin automatismos y sin convicción.
Los números reflejan el nivel de la crisis: muy pocos goles anotados, una defensa que cedió en momentos clave y una incapacidad crónica para sostener ventajas. Cada partido repetía el mismo patrón: un equipo que competía por tramos, pero que sufría mentalmente cada error. Las desconcentraciones defensivas fueron un sello de la campaña. El equipo no solo falló en lo táctico: falló en carácter, en seguridad y en capacidad de respuesta.
🏁 FP | Comunicaciones FC | 0 | 🆚 | 1 | Xelajú#Apertura2025 | #VamosCremas pic.twitter.com/XCH8YPOSEZ
— Comunicaciones FC (@CremasOficial) November 30, 2025
Problemas en todas las áreas
A eso se sumó un problema institucional que se arrastraba desde hace meses: la falta de planificación deportiva. Comunicaciones acumuló refuerzos que no funcionaron, jugadores que llegaron fuera de ritmo y otros sin el perfil que el sistema requería. La desconexión entre la dirigencia deportiva y el cuerpo técnico quedó expuesta. El club no logró rejuvenecer la plantilla, no encontró reemplazos de jerarquía para sus bajas clave y terminó dependiendo de individualidades que tampoco estuvieron al nivel esperado.
La presión emocional fue igual de determinante. Comunicaciones es un club acostumbrado a pelear finales, no a aparecer en la última posición. La afición mostró frustración en redes, en el estadio y en cada análisis post partido. Ese entorno cargado de enojo, dudas y tensión se trasladó al vestuario. Jugadores que hasta hace un año eran pilares de regularidad hoy lucieron inseguros, nerviosos y superados por el contexto. El peso de la camiseta, normalmente un motor, se convirtió en un peso imposible de cargar.
El contexto reglamentario también sumó complicaciones. El club llegó a la recta final del torneo con la presión de cumplir minutos obligatorios de jugadores Sub-21. Mientras otros equipos ya habían cumplido la norma, los cremas debieron ajustar alineaciones sobre la marcha. Eso obligó a decisiones contrarreloj que no beneficiaron la estabilidad del equipo y que incluso potenciaron la desorganización táctica en momentos clave.
Históricamente, Comunicaciones había tenido torneos malos —el Clausura 2009, el Apertura 2018— pero nunca uno como este. No clasificar a liguilla ya es un golpe durísimo para la institución, pero quedar último en la tabla abre un escenario impensado hace apenas unos meses. El club ahora observa con preocupación la tabla acumulada rumbo a la temporada 2026: el descenso, que siempre pareció una palabra ajena, hoy aparece como un riesgo concreto si no hay una reacción inmediata.
La reconstrucción que Comunicaciones necesita
El Apertura 2025 no fue un accidente: fue el final de un proceso que se había desgastado durante años. Para reconstruirse, el club necesitará un proyecto integral, desde la dirigencia hasta las fuerzas básicas. Hará falta un técnico con continuidad, refuerzos estratégicos, renovación profunda del plantel y un enfoque moderno que el club dejó de lado hace tiempo. También será urgente recomponer el vínculo emocional con la hinchada, recuperar identidad y reordenar prioridades.
Comunicaciones está ante una de las encrucijadas más grandes de su historia reciente: o reconstruye todo su modelo deportivo desde cero, o corre el riesgo de entrar en un ciclo de crisis que podría convertirse en algo aún más doloroso. El Clausura 2026 será una prueba de carácter, de planificación y de ambición. El fracaso ya quedó escrito; lo que venga después depende exclusivamente de la capacidad del club para aprender de uno de los golpes más duros que ha recibido en sus 76 años de historia.


