Desde el 3er mundo: a Zuluaga se le metió el espíritu del ‘Chiqui’ Tapia
El presidente de Dimayor ha empezado a dar síntomas de delirio de poder, pretendiendo quitarles títulos a Millonarios, Santa Fe y Medellín.

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* La firma de Nicolás Flórez Parra.
Mientras en Argentina regalan títulos, en Colombia pretenden quitarlos. Como si el balompié cafetero ya no estuviera lo suficientemente desgastado en imagen por su pésima organización, ahora habrá que empezar a lidiar con las ideas locas de un presidente de Dimayor recién llegado al cargo. Nueve meses en su posición le han bastado para que empiece a dar signos de delirio de poder.
Las recientes declaraciones de Carlos Mario Zuluaga, con las que pretende quitarles títulos a Millonarios, Santa Fe e Independiente Medellín, no son más que un reflejo del ego, así eso signifique amañar el palmarés histórico del fútbol colombiano para favorecer a La Equidad. Casi no se notó su intención de darle algún rótulo de importancia al extinto club, del que fue presidente y cuya sede lleva su nombre, para dejarlo como el primer campeón de la Copa Colombia.
¿Y qué es esa manera de hacerlo? Su posición se conoció por una respuesta que le dio al periodista Diego Rueda y que el comunicador tuvo que transmitir por medio de su programa de radio. Hay una falta de seriedad inconcebible para emitir semejante idiotez por un medio no oficial, armando un incendio sin dar la cara. El humazo que ha soltado está esperando un comunicado o una conferencia de prensa en la que se explique con claridad.
Pareciera que se le metió el espíritu de Claudio Chiqui Tapia, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), quien viene haciendo y deshaciendo en lo institucional. No se justifica, pero al menos el dirigente de la selección que es actual campeona del Mundial y de la Copa América tiene algo para mostrar. ¿Qué carajo ganó Zuluaga? ¿A quién diablos le ganó?
Suerte es lo que tiene el fútbol colombiano por la manera en que está organizado, llevando por caminos separados a Dimayor y a la Federación Colombiana de Fútbol (FCF). Si esta ocurrencia se le da en un contexto en la que el poder esté unificado en una sola entidad, quién sabe qué exabruptos se habrían cometido ya y otros tantos que estarían por llegar. Eso sí, lo cierto hasta ahora es que los cuatro títulos que Zuluaga a pretendido poner el tela de juicio siguen contando como oficiales.
Si lo que quiere es poner a La Equidad en el radar, pues hagámoslo. Ese club acaba de quedar extinto para cederle su ficha a Internacional de Bogotá, luego de que inversionistas extranjeros completaran una multimillonaria operación para tomar el control del club e iniciar un proyecto totalmente nuevo. ¿Por qué el presidente de Dimayor, mejor, no responde por qué esa nueva institución arranca a competir en primera división? ¿Es de una liga seria pasar por alto el mérito de los que vienen procurando el objetivo hace años?
Hilado a esto último, viene una otra idea en la que Zuluaga ha sido insistente, esta sí un poco más cuerda. Ha hablado en reiteradas ocasiones de la necesidad de reducir el número de equipos que participan en la liga de la máxima categoría. No existía una mejor ocasión para arrancar con ese propósito que enviar directamente al naciente club a competir a la división más baja, que en el caso de Colombia es la segunda.
Entonces, ¿en qué estamos? Ah, claro… es que los que compraron el club no son tontos. Es evidente que no se va a pagar el mismo precio por una institución que deba hacer los esfuerzos por ascender que uno que ya está acomodado en la primera. Tema para prestar atención, pues la realidad para arrancar el 2026 es que Internacional de Bogotá va a tener el descenso respirándole en la nuca.
Sea la ocasión también para hacer el llamado a que el tema no pase desapercibido. Muchas veces lo mejor es hacer oídos sordos a los esbozos de los estúpidos. No obstante, un imbécil con poder es de las cosas más peligrosas. Los clubes afectados son los primeros obligados a manifestarse públicamente sobre lo sucedido y empezar a ponerle límites a un funcionario que no tiene la autoridad para venir a conceder ni a quitar títulos.


